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Memorias: Así fue y así lo voy a contar

Yo, El Azafato (XX)

Por Quino Moreno

miércoles 25 de marzo de 2015, 01:15h
Portadas de la revista Cero 82
Portadas de la revista Cero 82
El Hostal de Los Reyes Católicos..
El Hostal de Los Reyes Católicos..

Cero 82: Nuestro Proyecto Periodístico

Nació un proyecto periodístico, que tanto Nicolás como yo llevábamos dándole vueltas mucho tiempo pues las publicaciones estaban cambiando en el transporte aéreo y pensábamos que adolecía de una revista plural en todo los sentidos y más con las amistades de Nicolás en el mundillo de la prensa y todavía con el rebufo de ganar el concurso ¡el millón para el mejor!

La gente lo recordaba como el piloto del millón y en un viaje familiar de vacaciones a Miami y aprovechando que venía con nosotros Juan Santiago, que era presidente de la Cooperativa de Auxiliares de Vuelo, que como ya conté en capítulos anteriores se arrogó las funciones de Sindicato y en este caso, el de UGT-VUELO, nos planteamos hacer una revista que se hiciera un hueco en el sector una vez viendo todas las posibilidades. Por supuesto le dimos el viaje a la familia, ya que pasamos de todo, de Disney, del Sea Aquarium, etc. ya que nuestro objetivo todo ese viaje, fue pergeñar la revista. Ya existía una gremial que publicaban los pilotos y que se llamaba MACHT 82, que significaba la velocidad del sonido en el sentido técnico aeronáutico; pues bien nosotros, la llamaríamos lo mismo pero en castellano: Cero 82 del transporte aéreo y turismo y en cuanto llegamos a Madrid, empezamos a vestir al muñeco; había nacido CERO 82, para disgusto del sindicato de pilotos por relacionarla con la suya: sólo habíamos castellanizado el nombre.

En el fondo y en la forma habíamos creado una revista de transporte y turismo más pluralista y democrática con visos (quisiéramos o no) más a la izquierda que a la derecha y encima, dentro de un sector -porque no decirlo-, tirando a elitista.

Por mi parte ya en ese tiempo, escribía en una revista que se llamaba AVIONREWIU la cual todavía está en el mercado aunque creo que con otra cabecera. Tenía un cuadernillo interior que se llamaba Noticias a Bordo y la temática eran las novedades dentro del servicio a bordo relacionados con caterings, venta a bordo, abastecimientos, menús etc., así que por mi parte, condiciones para el nuevo proyecto si tenía o al menos, así lo creía y acordamos con Nicolás y Juan, que yo me ocuparía de la parte comercial y mi sección seria la de Música como en Nuevas del Aire, QUINO MUSICA y así fue durante los casi tres años que estuvimos editándola.

El día de la presentación de la Revista fue un verdadero éxito; entre la familla periodística de Nicolás, Juan Santiago, que aglutinaba toda la parte sindical, y autoridades sobre todo las vinculadas al PSOE en esos momentos recién llegados al gobierno, más todos nuestros amigos de Long Play que por supuesto y desde el primer día, nos dijeron que contáramos con sus firmas por lo que la nuestra fue la primera revista sectorial, que contó con firmas como la de Raúl del Pozo, Yale, Cándido, Alfonso Navalón, Tanis Bernard, Mapeli, José Mª García, Chércoles, Mª Carmen Izquierdo, Verdú, en fin, lo que en aquella época se llamaba la cuadra de Emilio Romero, dónde colaborábamos Nicolás en el diario Pueblo y yo, en Radio Centro.

La Fiesta de presentación del numero 0, la amenizó Pepe Domingo Castaño, y no es por ponerme méritos pero en ese evento, hice mi primer intercambio publicitario de anuncios para la revista con productos y me explico: los intercambios por página completa de publicidad en la revista fueron entre otros, con el Restaurante José Luis, el Cóctel, Coca-Cola, Mahou, J.B-, Larios y Bodegas Domecq y algunas más y que ahora mismo, no recuerdo y por supuesto El Local, que eran unas antiguas caballerizas por Lavapies y les cuento que el día de la presentación ya hicimos con el numero cero en la mano, casi 600 suscriptores. Ya teníamos el niño en la calle y alquilamos una oficina en Arturo Soria que fue nuestro cuartel general durante varios años.

Mientras tanto seguíamos con nuestra programación de vuelo así que menos mal, que yo volaba de vez en cuando con Margot y así nos podíamos ver porque en Madrid, el tiempo era casi exclusivo para la Revista y por mi parte, tenía también lo de los programas de música en Radio Centro y mis visitas a las casas de disco a por material en fin, que ¡¡Juventud Divino Tesoro!! Pues me daba tiempo a todo o para casi todo.

Hay una anécdota que cuento mucho y la gente me mira como si fuera de sobrao. A mi me da mucha, mucha risa cuando cuento eso de: ¿cómo se conoce a un comandante de Iberia en una fiesta?... (Está claro, porque él, ¡¡se lo cuenta a todo el mundo!!...) Pero este no es el caso. Teníamos una línea de tres días en que dormíamos dos de ellos en Santiago de Compostela. Esa línea era de los nervios, pues hacíamos Madrid-Santiago-Bilbao-Londres-Bilbao-Santiago que con la actividad, se convertía en doce horas si todo iba bien. Dormíamos en el Hostal Los Reyes Católicos, uno de los mejores hoteles de este país pero que a nosotros se nos antojaba un lugar triste, lleno de antigüedades, habitaciones con doseles medievales, todo el piso con suelos del siglo XVIII, chirriante al pisar, tapices, cuadros de Santos que te miraban con desconfianza en fin, un lugar no muy adecuado para pernoctar después de haber estado doce horas dentro de un tubo a diez mil metros de altura y encima, haber aguantado a un montón de ingleses. Teniendo una media de 30 años, llegábamos al Hotel de tarde noche y había unas habitaciones que yo no las quería ni ver entre otras cosas, porque tenían en la cabecera de la cama a un señor con armadura. Dicho esto, lo más curioso era el reparto de habitaciones: había veces que andar aquello era como interminable, normalmente quedábamos en la recepción para ir a cenar a la media hora de la llegada, cambiados, perfumados y con el ojo pintado, pues en este Hotel era imposible quedar en ese tiempo, por la pecha de andar que había que darse y como te metieras en un pasillo equivocado, era igualito a cuando te equivocas en la M-30.

Unos de los conserjes tenía un restaurante a la salida en la carretera de Pontevedra que se llamaba el Puente. Nos dejaba un 124 y un 600 de su propiedad para ir a cenar y ya desde ahí, empezaba el desmadre. Normalmente en nuestra tripulación el Moro era el chofer del 124 ya que Nicolás y yo no escaqueábamos así que el 600, no lo quería nadie. De esta forma, los seis íbamos en el 124 con lo que conllevaba: otra vez ir encerraos y apretujaos y menos mal que con el Ribeiro y los mariscos, se pasaba todo y en la mayoría de los casos terminábamos cantando y en armonía hasta que llegaba otra vez la subida en el coche al Hotel. Como íbamos tan apretujaos, una vez se abrió una puerta y estuvimos a punto de perder un tripulante. Menos mal que la pericia del Moro- no se como lo hizo- consiguió parar el coche en seco.

Y a todo esto de repente, se corrió una voz por Iberia de que en el Hostal había un fantasma que andaba por los tejados y la verdad es que ese fantasma era yo porque una vez que coincidí con mi compañero Pepe, -del que ya os he hablado en otros capítulos- me llama con insistencia a la puerta mientras me duchaba. Salí despavorido con una toalla tapándome mis partes y el muy cabrón me cerró la puerta y me dejó en pelotas en el pasillo. Agobiado al verme en pelotas y teniéndome que recorrer aquel largísimo pasillo hasta llegar al ascensor –claro, está en pelotas-, vi que una ventana que daba a mi habitación estaba entreabierta, así que abrí unas de las ventanas que daban al tejado que cubría el patio del Hostal y por el tejado, tapándome con la toalla como pude, accedí a la ventana que estaba media abierta o eso creía yo porque no pude abrirla ni de coña así que como estaba anocheciendo, me di media vuelta y echándole valor por la escalera, bajé un piso a la habitación de Nicolás que era de la única que me acordaba no sin antes, haberme encontrado con un par de clientes que se quedaron estupefactos. Cuando Nicolás abrió la puerta y le conté lo sucedido, su descojone se oyó hasta en Recepción pero con unos pantalones y una camisa que me dejó pude bajar a por otra llave y entrar en mi habitación. MORALEJA: si alguien os habla de un fantasma en el Hotel de los Reyes Católicos, ese era yo.

En otra ocasión en el mismo Hotel y tomando una copa en el bar, Nicolás se encontró con un compañero del gimnasio del Campo del Gas de Madrid, -ya les conté que en una época le dio por el boxeo- y el compañero del encuentro era ni más ni menos que el barman. No se como ocurrió pero en el transcurso de la conversación, se pusieron unas servilletas en las manos a guisa de guantes y como no había nadie en bar, empezaron a hacer guantes y en una de estas, una vitrina de cristal en la cual se guardaba una vajilla -que no quiero saber de que siglo era- , vio como el barman caía derrumbado de un certero guantazo que le propinó Nicolás. Ni decir quiero el estruendo que se originó. Un servidor y después de lo del fantasma, se fue corriendo acojonado para la habitación.

A la mañana siguiente salíamos tarde pues eran los nocturnos de Santiago-Bilbao-Gatwick pero como a las diez de la mañana, recibí la llamada del Director del Hotel ya que en estos casos, el sobrecargo era el que firmaba la factura de pernocta del Hotel cosa que duró poco ya que no sabíamos que en algunos hoteles los precios eran acordado por los sindicatos. Bueno y siguiendo con el Director, la llamada de éste era porque quería conversar conmigo y con el comandante acerca de un desperfecto de la noche anterior. Le comenté que no había ningún inconveniente y que no llamara al comandante ya que yo mismo se lo comunicaría. Acto seguido llamé a Nicolás y le conté la historia del director. Me contestó “no te preocupes, ahora mismo bajamos no vaya a ser que a mi amigo de anoche lo quieran echar o algo así”.Me quedé un poco confuso con su reacción pero de todas formas quedamos en media hora en la recepción.

La entrevista con el director no fue muy larga pero me acuerdo que empezó con una especie de protesta de Nicolás hacia el Hotel. (No porque fuera mi amigo pero tenía siempre 20 minutos brillantes y luego la cagaba un poco pero esos primeros 20 minutos eran insuperables; en otros capítulos sabréis el porque) Estas fueron las palabras que más o menos le dijo al director: “La verdad que es un lujo pernoctar en este Hotel, pero las tripulaciones se está estresando ya que después de una jornadas de trabajo en un medio antinatural y hostil, se encuentren con una parca seriedad patrimonial en la cual hasta te da miedo hasta sentarte en una butaca de no se que siglo; lo de anoche fue más o menos preconizado por ese estrés, en un momento de asueto con el encuentro con un compañero de escuela que propició un resbalón debido al fuerte abrazo que nos dimos, pero eso es lo de menos, lo de más es que lo que estábamos hablando, yo por parte de los tripulantes técnicos y el Sobrecargo por parte de la tripulación auxiliar, nos encanta este Hotel, pero creemos que los Sindicatos están buscando un Hotel con un corte más funcional y moderno”. En ese momento al director, se la mudó la coló como dicen en mi tierra porque vislumbró que podía perder un contrato de 80 tripulantes diarios ya que dormían dos tripulaciones de Jumbo que cruzaban el charco, y dijo; “Estoy totalmente de acuerdo y desde mañana vamos a ver si podemos dar una solución al problema haciendo algunas remodelaciones, como abrir una sala de billar o acondicionar un ala mientras dure el contrato con Iberia”. Por mi parte no abrí ni la boca y creo que no firmé ni siquiera el formulario de estancia.

Nada más salir me coloqué la gorra y me la quité haciendo una reverencia en plan francés y dije: “¡Nicolás!...¡¡¡chapeau!!....

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