Estrasburgo, Sede del Parlamento Europeo

Es tradicional asimismo la presencia de fuentes en el centro de las plazas, con columnas que suelen estar rematadas por la figura del santo patrón de la ciudad o de algún héroe de leyenda. Se cuida también la jardinería, por lo que muchas terrazas, ventanas y balcones están plagados de plantas, que dan un aspecto alegre al conjunto urbano. El río Ill, que atraviesa por la ciudad, da origen a la existencia de varios canales.

ESTRASBURGO EN LA HISTORIA

Ya en el siglo XII antes de Cristo, los romanos eligieron este lugar para construir junto al río un campo militar. Se suceden diversidad de episodios hasta que la ciudad, ya con el nombre actual, pasa a ser libre, aunque formando parte del Santo Imperio Románico Germánico, época en la que Estrasburgo vive su edad de oro. En los periodos sucesivos la capital va experimentando un crecimiento en todos los aspectos, tanto en el industrial y en el comercial, pues el Rin favorece que el puerto de Estrasburgo tenga una gran importancia. Asimismo la vida intelectual tiene una presencia de excepción en la ciudad.

La capital de Alsacia cuenta hoy con algo más de 400.000 habitantes, y su movimiento de gentes en ella es constante, especialmente debido a la ubicación del Parlamento Europeo, que constituye un gran foco de atracción para los visitantes, aparte de albergar a diario a los cientos de personas de las naciones que conforman la Unión Europea.

En las inmediaciones del gran Parque de l’Orangeríe se encuentra la sede oficial del Parlamento Europeo, en un edificio de corte moderno, y en sus inmediaciones otras dependencias como los palacios del Consejo de Europa y de los Derechos Humanos, todos ellos en un entorno muy agradable, en el que se incluye el anteriormente mencionado gran parque, que ofrece una excelente muestra botánica en su superficie de 25 hectáreas.

EL “INTERIOR” DE LA CIUDAD

El auténtico corazón de Estrasburgo se encuentra en la plaza de su famosa catedral y en sus alrededores, lugares que exigen un paseo calmoso para contemplar toda su belleza y asimismo vivir también la animación que los habitantes de la ciudad y los miles de turistas que llegan a diario, dan a estos típicos lugares.

La catedral es un bellísimo ejemplar gótico, cuya construcción, a través de diversas fases y altibajos, se prolongó por cerca de casi dos siglos. Pero los resultados del trabajo fueron excepcionales, y ahí está la majestuosa silueta. Concluyeron las obras en 1365 al finalizarse los laboriosos trabajos de la fachada principal; luego entre 1399 y 1439, se levantó su famosísima y estilizada torre-aguja de 142 metros de altura. El interior del templo ofrece al visitante una excepcional riqueza tanto en arquitectura como en obras de arte.

El entorno de la catedral es un bellísimo conjunto de placitas, calles y edificios singulares, de una exquisita y atractiva arquitectura medieval. En la misma plaza catedralicia se encuentra una de las casas más destacadas de la ciudad, la llamada Maison Kammerzell, que data del siglo XVI, como asimismo la famosísima Farmacia del Ciervo, cuyo origen se remonta al siglo XIII

Toda esta zona está dedicada especialmente a los comercios con productos artesanos, a cafeterías y restaurantes, por lo que, al ser peatonal, el disfrute de los viandantes es pleno.

Desde aquí se puede iniciar un también placentero paseo por la ciudad antigua para llegar a la inmediata Plaza de Gutemberg, que preside la escultura del famoso impresor; pasando a la Grand Rue podemos tomar la Rue de la Boucherie que nos lleva a otro de los puntos más espectaculares y llamativos de la ciudad, el barrio llamado La Pequeña Francia; es un bellísimo conjunto de casitas típicas con entramados de madera en sus fachadas, en las que también proliferan los adornos florales y cuyas plantas bajas se dedican casi íntegramente a restaurantes y tiendas de artesanía.

Caminamos hacia la Plaza Klèber, lugar emblemático en la ciudad, en cuyo centro se encuentra una estatua de bronce de este general, cuyas cenizas fueron colocadas debajo de la misma. En nuestro paseo llegamos enseguida a la Plaza Broglie y encontrarnos el Hotel de la Villa, en cuyas inmediaciones se ubican los bellos edificios de los teatros Nacional y Municipal de la Ópera; muy cerca está también la gran Plaza de la República, desde la que podemos continuar hasta la Universidad para regresar, siguiendo el curso del río Ill, a la plaza de la catedral.

En nuestro periplo breve pero intenso por esta zona céntrica y antigua de Estrasburgo hemos podido encontrar a nuestro paso el castillo Rohan, el Museo de Arte Moderno, el Histórico, la antigua Aduana, los Puentes Cubiertos con sus torres, y varias iglesias, como las de Santo Tomás, San Pedro el Viejo, San Pedro el Joven, San Pablo, y asimismo la Sinagoga de la Paz. También podemos tener ocasión de acercarnos a alguno de los embarcaderos junto al río Ill, e incluso realizar un viaje de recreo por el mismo.

Los alsacianos son muy aficionados a la música y al arte, por lo que, además de los museos, proliferan los conciertos en Estrasburgo, donde también hay buenos artistas.

No hay que olvidar que Alsacia tiene una buena cerveza y unos excelentes vinos para acompañar a la gastronomía típica, en la que destacan el “foie gras”, el “choucroute” al vino blanco con salchichas, chuletas de cerdo, tocino y jamón; la trucha cocida en caldo, a la crema o al vino “riesling” y otros suculentos manjares, como asimismo excelentes postres.