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Nendaz, en Suiza, el placer de las aguas

Nendaz, en Suiza, el placer de las aguas

Por Joaquín del Palacio Huerta – Miembro de FEPET

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Muchos destinos nos encantan por sus vistas, su gastronomía o las diversas actividades que podemos practicar allí pero si somos capaces de recibir buenas sensaciones en todos los sentidos habremos logrado un éxito en nuestras vacaciones. Nendaz en Valais, Suiza, tiene suficientes encantos para vivir una experiencia sensorial única.

Nendaz, en Suiza, el placer de las aguas
Nendaz, en Suiza, el placer de las aguas

En la última glaciación la mayor parte de Suiza estaba cubierta por hielo y nieve. Los glaciares que tenían muchos kilómetros de longitud y varios centenares de metros de profundidad surcaron la cordillera de los Alpes creando grandes valles de forma redondeada por el efecto de la erosión de los “ríos de hielo”. Con el paso de los siglos y el progresivo aumento de las temperaturas los hielos se fueron retirando de las partes bajas hasta quedar recluidos en las cabeceras de los valles junto a las altas cumbres. Ahora estos valles ya no son de hielo y roca, ya no son blancos, son verdes, están cubiertos de bosques y llenos de encantos por descubrir.

Bisses y vistas

La zona llamada 4 Valles en el cantón de Valais es un territorio alpino en el que las montañas y los valles son el principal paisaje. Hace varios siglos que estos valles se han cultivado y para el riego los agricultores hicieron canales de varios kilómetros de distancia que llevaban el agua desde las fuentes junto a los glaciares hasta los campos de cultivo. Estas acequias se llaman bisses en francés y junto a ellos hay caminos  que recorren con poco desnivel zonas de bosques, montañas y laderas con unas vistas impresionantes. Los caminos atraviesan bosques limpios, bien cuidados y con diferentes aromas de plantas, árboles y del frescor que aporta el agua corriente.

Son rutas sencillas que están muy bien señaladas y que cuentan con la compañía del sonido de las aguas, es como caminar junto a un riachuelo. Se ven pastos con ganado bovino, arroyos que saltan entre piedras y pequeños pueblos. Algunos de estos canales que son de la Edad Media y otros de origen desconocido han regado los cultivos de los valles más remotos desde hace siglos y son parte de la historia de Valais. Muchos de ellos siguen dando servicio tras varias centurias de funcionamiento, por ejemplo el Bisse du Milieu lleva sus aguas hasta una fuente en el propio Nendaz. Los bisses de Nendaz forman parte de su historia, su cultura y se pueden hacer hasta casi 100 km. distribuidos en 8 rutas de senderismo.

El sabor de los Alpes

Más arriba de los bisses hay bosques y por encima, cerca de las cumbres, están las pistas de esquí. Esta zona es dominio del hielo y la roca pero en verano se puede recorrer a través de varias rutas de senderismo que pasan por paisajes de montaña más agrestes; no son de alta montaña como los grandes picos alpinos pero sí son senderos que se mueven entre los 2.000 y los 3.000 m. en los que las sensaciones y las imágenes son muy atractivas.

Una sencilla ruta es la que llega hasta el Lago Noir; para acceder desde Nendaz se toma un teleférico hasta Tracouet a 2.200m. y después se camina un rato por un corto sendero. Luego si se quiere seguir ascendiendo hasta alcanzar un pico con vistas de 360º hay rutas que llegan a Dent de Nendaz a 2.463 m. Desde aquí las altas cumbres que superan los 3.000 m. están más cerca y se divisa hacia el oeste en la distancia un macizo montañoso blanco con algunos de los picos más famosos de los Alpes como el Mont Blanc; también en la lejanía pero hacia el este se ve el Matterhorn.

Otra bonita panorámica de montañas se disfruta desde el restaurante que está en la estación del teleférico a 2.200 m. Mirar por sus ventanas es como ver un documental en tiempo real. Tras caminar por la montaña parar a tomarse una fondue de queso con vino blanco suizo es un placer para el gusto y la vista. No muy lejos de allí en Siviez también hay un remonte que sube hasta 2.430 m. y llega a otro restaurante de altura que tiene una de las mejores terrazas de la zona con vistas al valle y a las cumbres. Estos restaurantes son como balcones colgados del cielo cuyas vistas son insuperables.

El sonido del Alphorn

Aparte de los pájaros el sonido más típico de estas montañas es un sonido grave y agradable que suena lejano. Un potente y típico sonido de viento alpino. El alphorn es una trompa de madera típica de los Alpes que se escucha a varios kilómetros y que ha servido para comunicarse. Nendaz es la capital del alphorn, allí en un antiguo molino de agua rehabilitado un lutier trabaja haciéndolos a mano. Este instrumento tradicional es de madera y suele medir de 1,5 a 3 m. Son muy pocos los que conocen la técnica para construirlo y tampoco es sencillo tocarlo pues el alphorn carece de pistones o agujeros, tampoco tiene lengüeta y el sonido hay que hacerlo con los labios y el soplido.

El sonido cadencioso de varios de ellos resulta un concierto muy agradable y relajante. Una experiencia muy interesante es conocer cómo se hacen e intentar tocarlos, aunque es difícil tocar música no resulta complicado hacerlo sonar y resulta muy divertido porque al principio los sonidos que se emiten son muy graciosos.

El placer y el descanso

El complemento ideal para hacer deportes de montaña es, al volver al hotel, poder relajarse en un SPA con masajes, saunas, piscinas, etc. El hotel Nendaz 4 Vallées de 4 estrellas ofrece el lujo agradable de la madera con todas las comodidades dentro y fuera de la habitación. El estilo es una mezcla de hotel de madera típico alpino y una decoración moderna que le hace ser acogedor y elegante, ideal para descansar, relajarse y disfrutar de una gastronomía de alta cocina en sus dos restaurantes. Además cuenta con un SPA muy completo de 2.200 m2 con saunas, piscinas de chorros y flotación y una piscina con solárium.

Enfrente de las terrazas de las habitaciones hay una panorámica alpina preciosa que debido a su orientación tanto el atardecer como el amanecer son maravillosos y diferentes, otra vista que es en sí misma un documental sobre el orto y el ocaso. Es un placer observar los cambios de luz, el juego de sombras y colores, disfrutando de un vino blanco suizo tras haber disfrutado caminando por las montañas y haberse relajado en un magnífico SPA.

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