Esta costumbre consistía en que todos los invitados debían hacer un dibujo de su rostro y escribir su nombre o firma debajo de la imagen para así dejar un registro de su visita.
“Los resultados son sorprendentes, y los peores dibujos pueden ser los más entretenidos”
El descubrimiento lo hizo Amy Sell, una investigadora del archivo del diario británico. "Historias olvidadas como esta, realmente enriquecen lo que sabemos del pasado. Es sorprendente cómo 'Face-book' de 1902 refleja lo que usamos hoy. La historia ciertamente pareciera repetirse", dijo.