La explicación se la dio hace dos semanas un cazador joven a Carmen Vega en la perrera municipal. El chico trataba de explicarle por qué abandonaba a su galga.
A Carmen no le convenció. Quizá no sabía que hablaba con una voluntaria que lleva dos años y medio evitando los sacrificios en la perrera. A los dos días, ese mismo galgo encontró un hogar. Se libró de la inyección letal.
Pero todavía quedan otros a lo que buscarles acomodo y que llegaron por la misma razón. Según cuenta Carmen, en octubre empieza el goteo de galgos. Cinco o seis cada semana. En diciembre pasan a catorce o quince y al final de temporada, en febrero, hay quien llega con la furgoneta llena de animales y las vacía en la perrera. A finales de diciembre, en un mismo día, un cazador les dejó catorce perros, la mayoría pointers o bretones.
Dice que Carmen que en el invierno auxilian a los descartes de la caza. Los aficionados prueban en sus salidas al campo a todos los ejemplares y llevan a la perrera a los que no valen, que se termina saturando.
Carmen Vega y Patricia Gordón, las fundadoras de SOS Perrera de Badajoz, dan fe de esta saturación.
El jueves pasado contaron setenta animales y desde entonces han entrado ocho más, un número que supera por mucho su capacidad porque en los veinte cheniles del recinto apenas caben treinta o cuarenta.
La saturación obliga a meter a siete u ocho en espacios destinados para dos o tres y como no dejan de entrar animales, el tapón sólo se soluciona con el sacrificio.
En teoría, hoy se les inyectará el veneno a quince, pero Carmen y Patricia trabajan como pueden a contrarreloj para que sobrevivan y encuentren un hogar.
A través de la página de Facebook de SOS Perrera y de la web hacen llamamientos de acogidas para posibles adoptantes. Reciben cada día más de 900 correos electrónicos de medio mundo. Interesados de Alemania o de Francia preguntan, pero pocos dan el paso.
Desde SOS Perrera les informan que deben pagar la tasa por sacar al animal, el chip y las vacunas, además de superar un cuestionario de idoneidad. Al final, de esos novecientos, apenas quedan media docena con interés de seguir adelante.
Los de presa
Ayer a mediodía ya tenían casa para casi todos los que deben sacrificarse hoy. Probablemente los veterinarios del Ayuntamiento sólo maten a los dos de presa. A los animales razas peligrosas cuesta encontrarles dueños y sus responsables tienen que comprometerse a sacarse una licencia y un seguro. A esta dificultad, se añade el problema de espacio. Los presas tienen un comportamiento agresivo y no se pueden compartir chenil con otros canes. Ocupan sólo un espacio en el que cabrían ocho o nueve, por eso siempre ocupan el primer puesto en las listas de sacrificio.
El jueves pasado sacrificaron a un bóxer que había mordido al dueño. Permaneció quince días en observación y a las dos semanas el propietario pagó la tasa para la inyección mortal.
Patricia y Carmen, con ayuda de algunos voluntarios, han conseguido dar la vuelta a las lista de sacrificios de la perrera. Antes de que ellas se interesaran, el 95% de los animales que entraba en el recinto se sacrificaba, ahora, sólo matan al 5%, a los otros les buscan un hogar. Por los dos años de experiencia ya saben que la temporada de caza exige un esfuerzo extra porque los abandonos se disparan. «A veces te desbordan».
Fuente: hoy.es A. GILGADO | BADAJOZ. 09.01.14
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