Recuerdos…

Recuerdos

La noche transcurre, minuto a minuto, y una luz ilumina mi rostro, mi mirada se pierde en la nada y tu imagen juega en mi mente, quisiera tenerte a mi lado y poder sentir tus dedos recorriendo mi espalda y el calor de tus manos sumergiéndose en el paraíso de mi ser. A veces me siento completamente invadida por la tristeza y totalmente gobernada por la soledad, esta noche donde no se si corre la brisa de otoño o hay calor de verano, siento ser la noche más fría del invierno, se me estremece la piel y lágrimas brotan de mis ojos como brotan los árboles en primavera, como explicarle al corazón lo que la razón no logra entender, cierro los ojos y logro sentirte, gimo, tiemblo, lloro y río, y te sigo sintiendo. Suelo olvidar todo fácilmente, pero a ti no puedo, recuerdo tu aliento sobre mi piel, aún siento tus caricias, de la cabeza a los pies. No puedo olvidar tus besos, los que me regalabas sin parar, en la cama sólo queda tu olor, y en mis labios tu sabor. Extraño tu cuerpo sobre el mío, cuando juntos se volvían uno mismo, extraño tus manos, recorriendo palmo a palmo mi cuerpo. ¿Cómo puedo hacerlo? si en mi oído... aún te siento.

Ven

Me dejaste vagar en tu mirada y te hundiste despacio en la mía; conociste la desnudez de mi alma y navegaste por mi intimidad secreta. Resbalaste por el ondulante vaivén de mi imposible, tocaste con tus alas mi ilusión, abanicaste con sonrisas mis secretos y reposaste sereno, rozaste suavemente mis anhelos, delineaste, lentamente, el borde de mis sueños, me cobijaste tiernamente, calmaste con sigilo mis temores, acariciaste dulcemente mi esperanza, acunaste con sonrisas mis sentidos, te deslizaste en la desnudez de mi alma. Me dejaste reposar en tu pecho tibio, cálidamente entre tus brazos. Disfrutaste paso a paso y en silencio, el viaje que iniciaste... Y te fundiste en la tibia desnudez de mi alma.

En un mismo latido

A ti, que fuiste extensión de mi piel, de mi alma, prolongación de mi cuerpo, mitad de mi ser, guardián de mis sueños, de mis pensamientos. A ti , te escribo, unión perfecta e infinita. Surcador de mis trazos, que sembraste con tus manos océanos rugientes en mi pecho, mar bravío de caricias raudas e inmorales que luchaban por encontrar mi desnudez, oleaje de fuego y pasión que me sacudía con sólo rozarme. Brazos, piernas, manos, tuyas, enredadas en mi cuerpo, locura candente que navegaba desde mis hombros hasta mi frente, desde mis pies a mi cintura, de mis caderas a mi pelo. Líneas que parecían hechas para mis líneas, que parecían el molde de mí misma, tus trazos, mis trazos, tu cuerpo y mi cuerpo. Sublime comunión ésta que nos unió en un mismo suspiro, en una misma piel, en un mismo latido.