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La entrevista

"Perú es ahora la España de los 60 en pleno desarrollo; en aquel país está todo por hacer" 

José Seguí, en una sala de reuniones de su estudio en Málaga. :: Ñito Salas
José Seguí, en una sala de reuniones de su estudio en Málaga. :: Ñito Salas

El arquitecto y urbanista José Seguí repasa sus proyectos en Málaga y habla de sus nuevos trabajos

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

El letrero en el portal es una paradoja minimalista a la vista de sus éxitos en medio de una profesión desinflada. Con experiencia en Marruecos, Honduras, Guatemala o Brasil, Perú se suma ahora a un curriculum alicatado de premios y proyectos.

Del sello Seguí habla su pasión hace 35 años en resucitar el Teatro Cervantes, con diseño de lámparas incluido –«les tengo mucho cariño»–, o del pleito para sacar adelante el encargo del gran puerto deportivo del Mediterráneo que le hizo el jeque Al-Thani. También ese empeño en que el Miramar vuelva a la franquicia del lujo. El Plan de Ordenación de Andalucía y otros muchos textos urbanísticos son obra suya, pero ahora le rodean criaturas que no pasarán de moda como el Boja: «Son mis cachivaches, diseños de juventud».

–¿Y esa butaca tan especial?

–Una réplica de las que había en el bar del Cervantes. Todas desaparecieron, no sé, como toallas de un hotel. En el Cervantes diseñé hasta lámparas, andábamos cortos de presupuesto. ¡Qué magníficos artesanos había no hace tanto! En Perú, por cierto, son una maravilla. Todo eso ha desaparecido aquí. Nos ha pasado a todos. Yo despreciaba el campo, el oficio de mis padres. Hoy, con la crisis la tendencia es al revés, y muchos jóvenes intentan crear su propio espacio a partir de lo que han visto hacer en casa.

–¿Se pensó mucho el salto a Perú?

–Nos dimos cuenta antes de la crisis. Empezamos en Tánger, cuando ganamos el Tánger City Center, en 2004 y a partir de ahí Brasil, Guatemala. Desde hace dos años nos hemos quedado con Madrid y Lima. Si quiero mantener esta estructura tengo que salir. ¿Por qué Lima? Bueno, conocimos hace tiempo a nuestros socios locales Pablo Flores y Manuel Nicolini, y la experiencia ha sido buena.

–Diría usted que Perú ahora es como la España de los años...

–La de los 60, en pleno desarrollo.

–¿Con el turbo puesto?

–Pues sí, tenga en cuenta que el país inicia un desarrollo muy fuerte hace siete u ocho años y está todo por hacer. Se vive la demanda de productos que en España eran clásicos: la vivienda social, los equipamientos: colegios, hospitales y sobre todo la ingeniería, las infraestructuras. Perú es un país con una cierta coherencia en su organización, es bastante diferente en eso al Caribe. La influencia del Pacífico, tener enfrente a Asia. Ese cono sur con México, Honduras, Colombia, Perú y Chile es la zona de desarrollo más importante de Sudamérica. Hay condiciones que lo justifican: programación de grandes inversiones y se acaba de firmar la Unión del Pacífico, un discurso económico unitario.

–Entonces EE.UU., el ‘amigo americano’, no las tiene todas consigo. ¿Soplan allí vientos más favorables para los europeos?

–Hay un gran respeto a los europeo y los españoles lo somos por encima de los recelos por el pasado colonial. Europa es una gran referencia.

–¿Muchos arquitectos españoles?

–Sí, eso está muy reñido. Arquitectos e ingenieros. Es un proceso coincidente con la crisis aquí y con el auge de estos países.

–Pero pocos podrán presentar un curriculum tan alicatado de méritos como usted.

–(Ja,ja,ja). Bueno, hay equipos muy importantes de Madrid o Barcelona que han hecho acuerdos con equipos locales. Las constructoras, están casi todas. Hay una gran presencia española: el BBVA es el segundo banco, está Repsol...

–Contentos, entonces.

–Mucho. Tras un año, en enero pasado creamos la sociedad Estudio Seguí y FGN con nuestros socios y estamos participando en concursos privados y públicos. Es un fenómeno que se está dando fuera, pero tenemos que ir a estos países con mucha humildad y cuidado. Hubiera sido un fracaso intentar ir por libre. No se trata de aparecer para solucionar un problema de escasez de trabajo, sino para que con toda la experiencia resolver sus problemas... Pertenezco a una generación privilegiada que tuvo la suerte de haber vivido una etapa democrática que nos ha permitido desarrollar proyectos que eran impensables. Con ese bagaje aparecemos en estos países.

–Pero en esa mochila también van con los errores, los excesos... de la ‘marca España’

–Evidentemente. En Lima les digo que tengo el síndrome del emigrante cuando les comparo las 11 horas de avión con las 14 del expreso de Málaga a Madrid, pero cuando sales fuera, analizas tu país con más claridad. Nuestro tiempo es el de una gran movilidad real y virtual y de esa gran revolución de la información. En Perú y en cualquier sitio pueden acceder a la técnica, pero está la experiencia, y eso lo aportamos... con lo positivo y negativo. Los peruanos saben lo que es la burbuja española, pero también saben de nuestros grandes éxitos.

–Cuando estábamos dentro no sabíamos que era una burbuja. ¿De verdad cree que a Antequera le hacía falta un aeropuerto, por ejemplo?

–Se lo reconozco: lección aprendida, pero creo que, con todo, el saldo es positivo. Desde Carlos II no se ha hecho una transformación territorial tan grande como la de estos años. Creo que esa experiencia ha sido fundamental para los técnicos y los empresarios. Todas las grandes están en Sudamérica.

–Supongo que Perú no habrá caído en ese furor normativo urbanístico, tan español, en el que usted también tiene su parte...

–Yo creo que la planificación es la asignatura pendiente y, sí, se agradece la simplificación normativa.

–¿Cómo están en eso en Perú?

–Mi socio me dice que de los españoles hemos heredado lo mejor: la lengua, y también lo peor, el exceso de burocracia. Pues sí. Una charla de café resume bien el tema. La simplicidad en estos momentos se agradece. Hay menos desorden de lo que aparentemente creemos, aunque con una administración concienciada de que todo se puede hacer mejor.

La Bajadilla

–¿Y qué cree que piensan al saber que usted es el arquitecto que ha llevado a los tribunales nada menos que a un jeque?

–No estoy contento de ese tema. Es como si un gran anunciante en su periódico se negara a pagar lo que ha contratado. Se trata de una gran parte de la facturación del estudio y además hay un gran trabajo de equipo detrás de un proyecto ganador en el concurso, pero tengo la satisfacción de saber que en Perú nos conocen más por los grandes y buenos proyectos que por estas cuestiones. Un pleito no es para estar contentos.

–¿Se ve usted en la foto como demandante por esos pasillos de la Ciudad de la Justicia, su obra más grande en Málaga?

–No creo. Es una demanda civil y estoy seguro de que habrá acuerdo.

–Si eso no ocurre, ¿qué pasará con el proyecto?

–Está la tranquilidad de que es el que tiene que hacerse. El hecho de la demanda tiene también una carga importante de responsabilidad para continuar la obra, de defender la necesidad de este puerto para Marbella, además por supuesto de haber ganado un concurso para este señor y no haber cobrado.

–¿Es su gran obra?

–Sin duda. Es la más grande. Ahí está el trabajo de muchísimos profesionales: las ingenierías de José María Berenguer, de Paco Rueda, subcontratas... éramos cerca de cincuenta y tantas personas. Todo lo hemos hecho con nuestro dinero para un señor que tiene la obligación administrativa de hacer ese mismo proyecto y no otro. Quiero tener la tranquilidad de que llegaremos a un término de coherencia y de acuerdos. Para nosotros es una página pasada. Cuando nuestro estudio se vuelca en un concurso, la media de éxito es de un 7-9 por ciento, lo cual hace que no tengamos un amor muy fijo. La Bajadilla se perderá, pero verá, estamos en Lima. Lo importante es que se clarifique la situación, nos paguen y que se haga...

–Para proyectos grandes y sin hacer el del Guadalmedina, otro ejercicio mutidisciplinar de su estudio y también sin fecha.

–El Guadalmedina es muy diferente. Fue un concurso de ideas. Lo interesante fue que después de muchos años de debate sobre si embovedado sí o no, las tres administraciones se ponen de acuerdo en convocar un c concurso. Tenemos la suerte de haber dejado ese espacio público y no como embovedado.

–Habrá que esperar los 30 años de esa unidad de tiempo tan malagueña para grandes proyectos

–El Guadalmedina, en relación a grandes actuaciones, es realmente muy barata. ¿Cuál es el mejor espacio público en Málaga después del Parque?

La Malagueta. Y esas playas no costaron tanto dinero.

–Eso sí fue ingeniería para la felicidad de la gente. Como arquitecto, imagino que pensará en obras bajo ese criterio.

–Creo que en Málaga habría que recuperar el litoral, que no es solo echar arena, y recuperar el río como ese gran espacio público que es seis o siete veces el Parque. No es tan difícil. El tercer espacio pendiente es ese monte Gibralfaro. Ahí está, metido en la retina, pero qué difícil llegar a él. Si a un visitante le diésemos un minuto para dar tres ideas de Málaga hablaría de esos tres elementos geográfico sin resolver. Sin duda será la base para el trabajo de los próximos años para arquitectos, urbanistas.

–Supongo que le desespera esa parálisis... ahí están también los Baños del Carmen.

–Sí. Las ideas es difícil llevarlas a cabo. En el río, con que se hiciera una de las seis fases, cada una de 26 millones... Si, es dinero, pero recuperar el río entero para la ciudad vale menos que el Auditorio que se iba a hacer y la repercusión social sería tan espectacular como la apertura del Parque hace un siglo, que fue un acto de agradecimiento del marqués de Larios por permitirle la calle. En tiempo de escasez estas cosas se pueden ejecutar. Es incomprensible que un proyecto como el de los Baños del Carmen, hecho por unos buenos arquitectos, no haya tenido al menos una consideración. Será así o asá, pero esa pieza de la ciudad no puede seguir en un estado tan alarmante. Málaga me recuerda los momentos de finales de los 70 cuando cogimos el plan del 83.

–Pero quizás no tan ilusionantes.

–Bueno, pero algún revulsivo tiene que haber. Con aquel Plan quisimos transformar la ciudad: Teatinos, Poniente, Parque Tecnológico, todo eso nació del 83. El revulsivo de ahora pueden ser los Baños, el litoral, el río sería una transformación increíble de la ciudad o el entorno de Gibralfaro. La ciudad lo necesita.

Fuente: www.diariosur.es  -JOSE VICENTE ASTORGA | MÁLAGA

 

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