Bergoglio es un ser humano diferente, desborda bondad, humildad y predica con el ejemplo; nunca calló verdades frente a autoridades (no generalizo) que se habrían enriquecido en los cargos, abusado de poder, permitido el aumento de los cordones de pobreza, cultivado la soberbia y fomentado odios y divisiones entre hermanos.
Jorge Bergoglio merecía un lugar destacado lejos de su patria donde los principales (que tienen por religión el dinero) no quisieron escucharlo y lo señalaron como enemigo, siendo ofendido y despreciado; poderosos que no le habrían concedido audiencias, que no asistieron a misas anuales tradicionales para evitar críticas y ruegos de piedad por el prójimo, personajes que al conocer que, por abrumadora mayoría lo convirtieron en Papa, secretamente habrían dado “luz verde” a populares “caciques” de la política para que salieran a difamarlo, en especial gente que viviría en lujos y abundancia y alguno (según he leído) con la conciencia sucia e impune.
Ahora, con el fin de figurar, varios que lo despreciarían viajaron y se mezclaron para aplaudir “alegres” escondiendo las garras, incluso no sería raro que le pidan favores y “bendiciones” que el Papa Francisco les otorgará bajo un manto de sincero perdón, pero Dios pasará facturas a la hipocresía.
Jorge Bergoglio está despojado de bajezas humanas, no le llegarían los insultos, está más allá de las riquezas materiales y muy lejos de las apariencias. Brilla con luz propia sin necesidad de adornos de oro porque es un verdadero representante del Todopoderoso y como Cristo habita en él será difícil que puedan manchar su dignidad.
Este nuevo Papa ha pedido especialmente a ciertos ciudadanos argentinos ligados a la política que no viajen para verlo asumir y que donen ese dinero en bien de los necesitados; algunos aceptaron el pedido y otros han preferido la exposición pública, es decir, mostrar “placer” por la designación y saludarlo ante los fotógrafos y cámaras de prensa, pero Jorge Bergoglio en su fuero íntimo reconocerá a los lobos disfrazados de corderos.
Quiera Dios que su bondad y austeridad sea practicada por algún gobernante y por todos los miembros de la Iglesia y ese ejemplo de vida se extienda para que los pueblos consigan transitar por senderos de paz y desaparezca el flagelo de la pobreza. Que una Justicia Divina se imponga y las cosas mejoren en este mundo lleno de vicios y violencia, donde el egoísmo parece bandera.
No deberían pedir bendiciones al Papa Francisco, habría que rezar a Dios para que ilumine y acompañe el camino del Sumo Pontífice.
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*Carlos Estrada (apolítico), ex periodista parlamentario, ex columnista de revistas jurídicas, escritor y periodista de investigación con documentada trayectoria pública desde 1970.
Buenos Aires, Argentina, 18 de marzo de 2013.
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