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Acoso escolar: un problema difícil de erradicar

Acoso escolar: un problema difícil de erradicar

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Entre el 2 y el 10 por ciento de los niños españoles sufre la versión más grave de acoso escolar, porcentaje que aumenta del 15 al 35 por ciento si hablamos de intimidaciones leves. Y es que, tal y como advierten los expertos, si bien el panorama del acoso escolar en España ha mejorada, aún estamos lejos de erradicarlo.

Tradicionalmente, al hablar de violencia en el ámbito escolar se hace referencia a hechos relacionados con robos, peleas, destrozos en el material o en las instalaciones. Sin embargo, existen también situaciones violentas menos explícitas y visibles y, por tanto, más difíciles de abordar y tratar. Son aquellas que tienen que ver con la violencia interpersonal.

Tal y como han destacado los pediatras reunidos en el XXV Congreso de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria (SEPEAP), celebrado recientemente en Santiago de Compostela, las situaciones de este tipo de violencia, que se agrupan bajo una gran variedad de denominaciones (intimidación, bullying, acoso, abuso, maltrato...), hacen referencia a una serie de conductas intencionadas e hirientes de unas y unos escolares hacia otros que tienen que ver con la tiranización y el hostigamiento.

Se considera acoso escolar, por tanto, cuando se dan situaciones donde existe una víctima atacada por alguna persona o por algún grupo acosador, cuando existe un desequilibrio de poder entre víctima y agresores y si la acción se repite durante un tiempo prolongado.

En el caso de España, “entre el 2 y el 10 por ciento de los niños se encuentran en la versión más grave de este tipo de casos, porcentaje que aumenta del 15 al 35 por ciento si hablamos de intimidaciones leves”, comenta el doctor Jesús García Pérez, pediatra y miembro de la SEPEAP, que añade que “aún así, las investigaciones más recientes y la réplica de algunos estudios permiten afirmar que el panorama del acoso escolar en España ha mejorado, aunque todavía estamos lejos de erradicar el problema”.

 

Víctimas, agresores y espectadores

El fenómeno del maltrato entre iguales afecta a tres tipos de protagonistas: víctimas, agresoras o agresores y espectadoras o espectadores. “Las víctimas, aunque sus perfiles son muy variados, se puede decir que son, en general, personas pacíficas, con baja capacidad de respuesta, tímidas y vulnerables. También pueden ser estudiantes académicamente brillantes y hábiles en sus relaciones con las personas adultas y que provocan celos y envidias”, indica el doctor García Pérez, quien añade que “en un polo opuesto, están las víctimas provocativas que muestran comportamientos irritantes, impulsividad y propensión a atacar cuando se sienten atacadas”.

Un dato muy relevante es que el 60 por ciento de los menores que acosan en el colegio cometen algún delito antes de los 24 años, de tal modo que perpetúan la violencia y la trasladan al trabajo o al ámbito familia. En concreto, el doctor García Pérez ha insistido en que "el maltrato en los niños está abandonado" y ha reclamado que se enseñen a los menores "a decir no, porque así se evitará el acoso escolar que hay en el país". Al respecto, ha exigido "tolerancia cero ante el maltrato".

Respecto al perfil de estos agresores o agresoras, en palabras de este experto, “son personas que, normalmente, no se sienten bien consigo mismas y por eso quieren controlar y dominar a las demás. Buscan un poder social y un reconocimiento que no pueden obtener de otra manera. Son frías emocionalmente, prepotentes, de temperamento impulsivo y, en ocasiones, violento; no tienen sentimientos de culpa y, posiblemente, fueron víctimas de violencia doméstica. Pero, por otro lado, también pueden ser estudiantes populares y agradables ante las profesoras y profesores a los que adulan e, incluso, engañan (líderes en negativo)”

Y en cuanto a los espectadores y espectadoras, son las alumnas y alumnos que observan las situaciones de acoso y su papel puede ser primordial a la hora de resolver este tipo de hechos. Sus actitudes y comportamientos suelen ser bastante diferentes. “Si utilizan la ley del silencio están alimentando el fenómeno porque quienes agreden se sienten cada vez más fuertes e impunes, mientras las víctimas están cada vez más solas y aisladas. Por el contrario, si se ponen de parte de la víctima y muestran una actitud activa de rechazo pueden anular el acoso. Por eso, en cualquier estrategia preventiva es fundamental trabajar con estas personas”, explica García Pérez.

 

Los chicos usan la violencia física, y las chicas, la psicológica

El doctor García Pérez señala que el acoso escolar "siempre ha estado ahí, pero ahora se notifica más y se denuncia más", pero ha matizado que aún así "se notifica poco". De hecho, un 90 por ciento de los casos de acoso escolar están ocultos ya que, estiman los expertos, "se notifica sólo un 10 por ciento" de los que se registran en el país.

El acoso puede materializarse por medio de agresiones físicas (pegar, amenazar, romper cosas…), verbales (insultar, poner motes…), psicológicas (intimidar, provocar sensación de miedo…), sociales (impedir participar, ignorar…). El verbal es el más frecuente, seguido del físico y el social. El acoso sexual y la amenaza con armas tienen escasa incidencia.

A este respecto, el experto apunta que un 10 por ciento de las denuncias atienden a agresiones físicas, "más entre chicos que entre chicas" y un 30 por ciento se refiere a acoso verbal, como insultos e intimidación. Al respecto, explica que los chicos practican más la agresión física, mientras que las chicas manifiestan una agresividad de tipo psicológico.

En el caso de las víctimas, éstas se reparten por igual entre chicos y chicas. En cuanto al lugar en el que se producen, los expertos apuntan el patio como el más frecuente en primaria y las aulas y pasillos en secundaria. Y respecto a la edad, el doctor García Pérez señala que el acoso se produce con mayor frecuencia entre los 10 y los 14 años y, aunque se constata que comienzan cada vez en edades más tempranas, estos problemas, disminuyen con la edad.

 

Prevención y actuación: las claves

En este contexto, los pediatras apuestan por medidas que favorezcan la prevención de este tipo de problemas. Así, algunas estas medidas son convertir los centros educativos en lugares de convivencia, y desarrollar programas de ayuda entre iguales.

También recomiendan explorar la vía de las comunidades de aprendizaje como forma de educación compartida por toda la comunidad, practicar la colaboración y cooperación docente, participar en actividades de formación permanente y abrir cauces a la participación de las familias y de otras instituciones y asociaciones.

En cuanto a la familia, “pueden implicarse activamente en la educación de sus hijos porque es una responsabilidad compartida; participar en actividades escolares y extraescolares; proponer al centro la realización de proyectos y participar en los mismos; interesarse por los usos que hacen sus hijos e hijas de la televisión, Internet (redes sociales); y enseñarles a superar la frustración y aceptar los límites”, comenta el doctor García Pérez.

Aun así, en algunas ocasiones, a pesar de las actuaciones de carácter preventivo que puedan haberse llevado a cabo, es probable que en determinados casos se den episodios de maltrato. En esos casos, “se trata de intervenir lo antes posible en situaciones todavía incipientes para evitar que se consoliden o prestar atención específica, interviniendo directamente con el alumnado y las familias implicadas, ofreciendo asesoramiento y apoyo técnico especializado”, afirma el experto.

 

Decálogo del buen trato a la infancia y adolescencia

Desde la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria se busca promover respecto a los buenos tratos hacia la infancia que son responder correctamente a las necesidades infantiles de cuidado, protección, educación, respeto, empatía y apego.

“El buen trato se desarrolla, se aprende y es un proceso que debe iniciarse en la infancia. Es más, es muy importante ya que recibir buenos tratos en edades tempranas favorece el desarrollo socioafectivo sano y futuros aprendizajes”, alega el doctor García Pérez.

En este sentido, existe un decálogo que resume los buenos tratos en la infancia y adolescencia, y cuyos puntos son: aceptar incondicionalmente a nuestros hijos e hijas; proporcionarles amor y afecto; establecer límites razonables; respetar su derecho al juego y a tener relaciones de amistad con sus compañeros; respetar y fomentar su autonomía; protegerle de los riesgos reales o imaginarios; aceptar su sexualidad y ofrecer una imagen positiva de la misma; comunicación y empatía; participación; y dedicarles tiempo y atención.

En definitiva, los expertos abogan por "concienciar y educar" a los padres que, en ocasiones, pasan poco tiempo con sus hijos y reclaman que se "dedique más tiempo a los niños". Por ello, consideran que, en relación a estas patologías asociadas a los más jóvenes, "no es cuestión de demonizar a los jóvenes, sino que hay que educar" y "generar espíritu crítico".

 

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