El Reconocimiento... Retroalimenta....

Es cierto que todos trabajamos porque necesitamos generar recursos para nuestros compromisos, los tiempos del trueque quedaron en el pasado.

Pero hay un componente a considerar que le da un sentido especial a cada actividad, y es el reconocimiento.

Un atleta podrá ser campeón mundial, ganar millones por ello, pero sin los vítores de su público… no sería lo mismo.

Un afamado cantante podrá obtener espectaculares contratos, pero al final de la función… si no escuchara aplausos… no sería lo mismo.

Un vendedor de libros puede saberse la temática de decenas de ellos, solícitamente detallárselos al cliente, pero si éste no se lo cancela con una sonrisa… no sería lo mismo.

Por último; un ejemplo más, aunque esté exento de pago. Le podremos decir hermosas y románticas palabras a nuestra amada, pero si no apreciamos un guiño en sus ojos al escucharlas… no sería lo mismo.

En fin, vítores, aplausos, sonrisas, guiños. Todos gestos demostrativos de reconocimiento; más allá de un frío cheque o billete.

Hoy me ocurrió algo que avala todo esto:
Después de un arduo día, luego de atender a más de una veintena de pequeños pacientes en mi condición de médico pediatra; mi secretaria me informa que hay un señor de 26 años que insiste en esperarme y habiéndole explicado que debería ser al final a pesar de ser ya las 21:40 horas, y estar yo casi por retirarme; pero a pesar de todo aquello, él había manifestado que se quedaría.

Terminadas mis consultas, lo hice pasar. Lo recordaba perfectamente, había sido mi paciente durante toda su niñez; y ante mi pregunta acerca de qué motivo lo traía a consultarme, respondió: “Doctor, en 4 días más me voy a vivir a Nueva York, y sólo quise pasar a despedirme de usted”…
Eso es reconocimiento… un reconocimiento que me retroalimenta para seguir laborando con entusiasmo.