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16AGO de 2011: 34 años sin Elvis

El “Gran Elvis”  8 de enero de 1935 - 16 de agosto de 1977
El “Gran Elvis” 8 de enero de 1935 - 16 de agosto de 1977

Por Juan Ignacio Vera

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h

Hoy se cumplen 34 años de la desaparición de un icono indiscutible de la música popular del sigo XX. La temprana muerte de Elvis, a los 42 años de edad en agosto de 1977, supuso la desaparición física del artista y dio origen al mito y aunque han pasado más de tres décadas desde su partida, Elvis sigue tan vivo como el primer día.

16AGO de 2011: 34 años sin Elvis
16AGO de 2011: 34 años sin Elvis

Sus seguidores y admiradores aumentan a medida que pasa el tiempo y hoy mismo, miles de personas que no habían nacido cuando Elvis murió, integran los millones de “fans” que a lo largo y ancho del mundo continúan disfrutando de su música y de todo lo que Elvis ayudó a crear: la cultura del rock.

El fenómeno sociológico que supuso Elvis y su música no tiene paralelo en la historia moderna y sin duda puede señalarse como el más importante del siglo veinte ya que transformó todo lo conocido hasta ese entonces como un fenómeno de masas que abarcó todos los ámbitos de la sociedad.

El origen del rock

El nacimiento del rock –y contrariamente a lo que mucha gente cree-, es anterior a la aparición de Elvis y aunque esté considerado como el padre del rock, lo cierto es que Elvis no inventó el rock pero éste nunca hubiera llegado al lugar que tiene ahora, sin la participación de Elvis.

Fuera de los Estados Unidos, el rock and roll irrumpió con fuerza a partir de la exhibición de una película, “Blackboard Jungla”, (filme que en muchos países, se exhibió como “Semilla de Maldad”) que dio el pistoletazo de salida al movimiento. Esa película habría pasado sin pena ni gloria de no haber contado en su banda sonora, con la que fue en un comienzo, posiblemente, la más difundida melodía del nuevo género musical que rompía barreras por doquier: el famoso Rock around the clock, el conocido para la posteridad como el “Rock del Reloj”, a cargo del no menos célebre “Bill Haley y sus Cometas”.

El rock and roll era mucho más que un nuevo género musical y el proceso de su gestación había sido lento y nada intempestivo. En realidad la aparición de la citada película (en 1955) coincidía con la consolidación de un nuevo estilo entre la juventud norteamericana, y con el comienzo de una gigantesca tarea de neutralización emprendida por el establishment como una manera de sofocar un movimiento de dimensión desconocida que amenazaba las bases mismas de la “blanca” Norteamérica.

Estados Unidos venía saliendo, relativamente bien, de todas las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y a principio de los años 50 en una época de cierta prosperidad económica, los conservadores y puritanos seguidores del tristemente célebre senador McCarthy y su tenebroso “Comité de Investigación de Actividades Antiamericanas”, preconizaban una “América libre y blanca”, a salvo de cualquier manifestación y/o consideración de lo que ellos llamaban la “subcultura negra”.

Sucia música de negros

Entre las fobias que se han mantenido inalterables a través de los tiempos en la idiosincrasia del hombre medio americano, el desprecio hacia el negro debe ser una de las más estables. El odio al negro, fomentado y alimentado por el macarthysmo en los 50’s, implicaba la degradación de todas sus formas y expresiones culturales. Sus costumbres, sus creencias y aún su música, eran consideradas subdesarrolladas, infantiles y hasta grotescas.

La música, de profundo calado y arraigo en la cultura negra, era uno de los blancos preferidos de los ataques del buen razonar del ciudadano medio americano. La consideraba grosera, chabacana, vulgar, de mala calidad y para colmo de males, destilaba erotismo y sexo en cada letra y nota. En cada compás y cada verso, era una música pecaminosa, lujuriosa, y como tal había que dejarla de lado, era en suma: sucia música de negros.

La gente joven no obstante, no compartía estos criterios y escuchaba con agrado la programación que pequeñas emisoras de radio locales en muchas ciudades del sur, emitían a diario insistiendo en esta música de negros, que se encontraba a la fecha, a medio camino en la fusión del jazz clásico, el rhytm and blues de origen negro y las baladas de country & western, de los blancos sureños.

Debajo de todo este “mix”, más allá de lo visible a simple vista, se gestaba un estilo diferente, algo totalmente nuevo que significaría con el tiempo, la fanática y masiva adhesión de toda la juventud de esa y las siguientes generaciones

En su desarrollo este fenómeno precisaría de una estrella, un ídolo, un héroe, un Mesías, de alguien que con una sola palabra, un solo gesto, sintetizara todas las aspiraciones colectivas y que además de cantar como un negro, fuera blanco, porque si bien la juventud blanca oía con fruición esa extraña mezcla de blues y country, el ideal era la búsqueda de un “cantante blanco que cantara como los negros”.

Ese profeta que de manera absoluta representaría todas las aspiraciones de miles de jóvenes y que encarnaría como nadie, ese extraño sentimiento de ser un rebelde sin causa, (como el protagonizado en una célebre película de la época por el también mítico James Dean) fue Elvis Presley.

Nacido en una humilde familia blanca del sur, cuya estrechez económica y falta de recursos le obligó a trabajar desde los 16 años para ayudar al sustento familiar, Elvis jamás pensó que su voz y su peculiar manera de interpretar ese nuevo género musical llamado rock and roll, marcaría a fuego a toda la juventud del 50 en adelante. Su particular expresión corporal (de fuerte trasfondo erótico) electrizaría por igual a jóvenes de todos los rincones donde la liturgia del rock and roll, se presentara.

Mucho se ha opinado que Elvis aportó mucho más al fenómeno social del rock and roll que al fenómeno estrictamente musical del mismo, porque cuando él hizo su irrupción, el rock and roll supuestamente, se había consolidado en su estructura musical y ya era la “música de los negros” que con artistas tan señeros como Fats Domino, Chuck Berry y Little Richard (entre otros) buscaban la figura de un blanco que cantara y sintiera como los negros, como manera de darle carta de ciudadanía al movimiento y les sacara del ghetto sureño, lanzándoles al resto del país.

Lo real es que esta afirmación no es del todo verdadera. No es en absoluto cierto que fueran los cantantes negros quienes buscaban a un blanco que les interpretara su música. Esta preocupación era en todo caso, una búsqueda de los empresarios de las discográficas locales que desde algún tiempo, venían advirtiendo el creciente interés de una enorme masa de público joven que gustaba de esta nueva música que precisamente por no tener un intérprete blanco, corría el riesgo de quedarse en los circuitos locales. A la sazón, ya había cantantes blancos de rock, como Joe Turner o el célebre Carl Perkins, autor de uno de los primeros éxitos de Elvis (Blue Suede Shoes, zapatos de gamuza azul) que pese a ser grabado y compuesto por Perkins, no tuvo éxito y resonancia mundial hasta que lo grabó Elvis.

 

El “Gran Elvis”: el irreemplazable Rey del Rock

A partir de aquí la historia es más que conocida. Elvis se convertiría en la más rutilante estrella del show bizz durante algunos años, hasta que el arrollador éxito de los geniales The Beatles, hizo parecer que en algún momento su estrella declinaba aunque nunca, dejara de vender millonarias cifras de discos.

Hacia 1970, hizo nuevamente su aparición en los escenarios de EE.UU., pero el Elvis que llegaba ahora, era diferente al anterior y con un look alejado de la imagen contestaria de sus primeros años. Enfundado en ajustados trajes de lentejuelas con altos cuellos y capas de volantes, adquiría ese curioso aspecto kitsch tan propio del mal gusto que caracteriza a los norteamericanos. Este nuevo look, impropio de un Elvis que años antes había vuelto del revés al mundo entero, provocó que infelizmente, fuera esa la imagen que ha perdurado desde entonces en la mayoría de las personas que llegaron tarde al conocimiento de su personalidad, el rock y su música.

Los multitudinarios conciertos que dio en hoteles de Las Vegas, en su mayoría para un público compuesto por maduros matrimonios que disfrutaban viendo a un Elvis caricaturizado dieron sin embargo, algunas de las más geniales interpretaciones del ídolo que en esta segunda etapa de su carrera, más marquetizada que la anterior, interpretaba también canciones no escritas especialmente para él.

Sus presentaciones anteriores, mucho más auténticas, vibrantes y dotadas de una fuerza inigualable eran, en opinión de los buenos conocedores de la música de Elvis, mucho mejores que las edulcoradas presentaciones de Las Vegas que marcaron la línea que separó de manera clara, las dos fases por las que discurrió su carrera musical y discográfica: Una primera etapa, que va desde sus inicios hasta 1968 y la segunda, que se inicia con su regreso a los escenarios de Las Vegas en 1970, y que se prolongaría hasta la fecha de su muerte en 1977.

Elvis, el más genuino representante del rock, el más genial de sus intérpretes, murió a la temprana edad de 42 años en una época en que ciertamente, comenzaba su declive físico. La muerte le sorprendió en el momento justo en que todavía al menos vocalmente, sus cualidades no acusaban aún el progresivo deterioro de su salud y facultades físicas y por tanto, en la memoria, fresca y presente, de quienes gustamos de su música, pervive la imagen de un Elvis como en sus mejores tiempos, es decir: Único e irrepetible...

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