El artista madrileño, que en sus primeros años de trayectoria popularizó temas como Te he querido tanto, Todo el tiempo del mundo y Bella mujer, entre otros, falleció ayer martes a los 63 años en un hospital de Sao Paulo, ciudad donde estaba radicado desde hace cerca de dos décadas.
La esposa y mánager de Otero, Celeste Ferreira, brasileña, y aún afectada por lo ocurrido confirmó el deceso del cantante a diversos medios de prensa.
"El cáncer le fue descubierto recién en marzo de este año, así que fue algo fulminante. Él (Otero) no sufrió mucho y eso de alguna forma me reconforta", explica Ferreira.
La esposa del fallecido cantantes agrega que, contrario a gran parte de la información que circula en la red, Otero recién cumpliría 64 años a fines de este mes, y que hasta antes que se le detectara el cáncer seguía ofreciendo recitales en Brasil y en otros países de la región. De hecho, su último show iba a realizarse en Medellín, pero debió ser suspendido ya que el artista se sintió mal durante el vuelo.
Ferreira agrega que hoy se realizará una ceremonia de carácter íntimo en Sao Paulo para despedir al artista, y posteriormente sus restos serán cremados a las 13 horas de Brasil, "ya que ese era su deseo", comenta.
Tras grabar su primer disco en 1975 (Todo el tiempo del mundo), Manolo Otero comenzó una carrera de más de tres décadas particularmente exitosa en países de habla hispana, y que incluso lo llevó a protagonizar algunas películas. Sin ir más lejos, según el propio Otero recordó en una entrevista, su primera visita a Latinoamérica fue a Chile y fue como actor, no como cantante, para participar en la filmación de la película española La Araucana, en 1970.
En 1976 regresó a Chile para actuar en el Festival de Viña del Mar, donde destacó como ídolo de las "calcetineras" (adolescentes) por su voz grave y actitud de galán ayudado por su gran parecido físico con el entonces famoso actor de cine francés, Alain Delón. Por aquellos años, Otero se encontraba casado con la artista española María José Cantudo, una de las reinas indiscutidas de los primeros años del llamado “destape” español.