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OPINION

Para el cardenal Cañizares un aborto es mucho más grave que el abuso sexual de menores por parte de religiosos

Para el cardenal Cañizares (imagen de archivo), el que un niño sea abusado por un sacerdote, es menos grave que un aborto
Para el cardenal Cañizares (imagen de archivo), el que un niño sea abusado por un sacerdote, es menos grave que un aborto

Dice que la interrupción del embarazo afecta a más personas

miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Lo que está claro es que estas desafortunadas declaraciones a un canal del TV que hizo el cardenal Antonio Cañizares, vienen a reforzar, la más que extendida percepción que tiene el hombre de la calle de éste país en el sentido de que definitivamente, la Iglesia católica va por un lado y la sociedad, por otro y, en muchos aspectos, por caminos completamente divergentes.
Para el cardenal Antonio Cañizares, los miles de abusos sexuales a menores practicados durante décadas por la Iglesia católica en Irlanda (ver edición 16 de nuestro periódico) implican menos gravedad que el aborto. "No es comparable lo que haya podido ocurrir en Irlanda en unos cuantos colegios con lo que está ocurriendo con el aborto, con más de 40 millones de seres humanos que se han destruido legalmente", manifestó este miércoles a la televisión autonómica TV3 el nuevo cardenal prefecto de la Congregación por el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

Durante la entrevista, Cañizares calificó de "totalmente condenables" las agresiones sexuales cometidas por el clero irlandés, por las que pidió "perdón". También compartió las tesis del Papa relativas al uso del preservativo en África para combatir el sida. Para el cardenal, los condones "no son la solución a la enfermedad".

Como se sabe, cada cierto tiempo los escándalos de pederastia y abusos sexuales sacuden a la iglesia católica y que en el caso de los cientos de denuncias interpuestas ante los tribunales norteamericanos por ejemplo, han obligado a la iglesia de aquel país a desembolsar la nada despreciable suma de 700 millones de dólares en indemnizaciones extrajudiciales a las víctimas. El propio Joseph Ratzinger amonestó pública y seriamente, a los jerarcas católicos norteamericanos por estas deleznables prácticas que sin embargo en el caso de Irlanda, no han merecido una “bronca papal”.

Esa misma iglesia que gasta ingentes cantidades de dinero en propaganda antiabortista es sin embargo, muy tacaña a la hora de indemnizar a los cientos de niños abusados por quienes con seguridad, “defienden” posturas tan controvertidas como considerar el abuso sexual y la pederastia como un “mal menor” frente a al aborto.

La respuesta del Gobierno contra estas manifestaciones ha sido contundente y de una lógica irrefutable y que cualquier persona con un mínimo de criterio, daría por acertada y en sintonía con lo único que puede replicarse al disparate afirmado por este alto cargo de la jerarquía vaticana. Al respecto, la ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, calificó las palabras de Cañizares de "inadmisibles, inadecuadas y totalmente inoportunas". Y exigió al prefecto vaticano una rectificación inmediata.

"Asuntos diferentes"
"Es muy grave que se compare una cosa con la otra", aseguró Jiménez, para quien los dos temas (aborto y abusos a menores) son "asuntos completamente diferentes". La titular de Sanidad recordó que la interrupción voluntaria del embarazo "es un derecho que puede ejercer una mujer en determinadas condiciones". En cambio, las agresiones sexuales son "un delito".

Es aquí donde radica toda la diferencia entre una cosa y otra: mientras el aborto es una opción que puede o no –dependiendo de las circunstancias- adoptar una mujer, el abuso sexual y la pederastia son un delito, -acaso el más execrable-, que pueda cometer un adulto en contra de un menor y, ciertamente, un agravante a este mismo delito se haya implícito en la calidad de religioso del sacerdote que abusa de un menor.

Este comportamiento en un religioso, no es excusable de modo alguno por cuanto un sacerdote es por antonomasia, una persona preparada justamente, para salvaguardar la inocencia y los principios morales básicos y la integridad en un niño menor de edad. Como es sabido, la inmensa mayoría de los casos de abusos sexuales cometidos por religiosos, se perpetran contra menores de edad que se ven impedidos de defenderse. Son casi anecdóticos –y por ellos observados con cierta indulgencia por el conjunto de la sociedad-, los casos de sacerdotes involucrados en “affaires” con mujeres u hombres adultos.

Después de los casos de pedofilia surgidos dentro de la Iglesia católica en EE UU y Australia, Irlanda trata ahora de hacer justicia a los miles de niños que sufrieron abusos a manos de religiosos. Las víctimas no están satisfechas del todo porque no se han hecho públicos los nombres de sus verdugos, y han recordado que siempre encontraron la renuencia de los obispos a reconocer los delitos. Esos obispos que no cumplieron jamás sus obligaciones canónicas (vigilar, intervenir y castigar) fueron recibidos por el Papa en 2006. Ratzinger condenó los abusos e invitó a los prelados a "establecer la verdad", evitar que se repitieran casos semejantes y "curar a las víctimas".

La condena de Ratzinger debió ser única y para siempre ya que una vez publicado el informe que remeció Irlanda, apenas se ha oído alguna enérgica reprimenda vaticana y, mucho menos todavía, una disculpa a nombre de esos díscolos, lujuriosos y concupiscentes curas irlandeses y con seguridad, ocasiones no han faltado desde que volvió de Tierra Santa. Pero nada.

El problema de los abusos sexuales a menores por parte de religiosos es casi tan antiguo como la iglesia misma. En 1545, el catecismo del Concilio de Trento determinó que "ofender la inocencia de los niños" es uno de los cuatro pecados más abyectos que se pueden cometer, uno de los que "claman venganza en nombre de Dios" (los primeros son negar los derechos de Dios, los de la Iglesia y no pagar al obrero lo que se merece).

Desde que llegó a la máxima jerarquía vaticana, Ratzinger ha intentado mejorar la tradicional indolencia ante los abusos que ha mantenido de forma habitual la iglesia católica entre otras cosas, porque el problema se desbordaba y hacia agua por todos lados. Se reunió con las víctimas en EE UU con gran despliegue publicitario al igual que en Australia, aunque en ésta ocasión, a regañadientes y fuera de programa.

Pero una cosa son las buenas palabras, otra la realidad. Lo cierto es que los culpables nunca acaban en la cárcel, tampoco se les expulsa del clero (como está previsto en las ordenanzas) y muy por el contrario, la jerarquía se resiste, minimiza los hechos y protege a los ofensores y no es raro que acusen de intentos de chantaje, a quienes se atreven a denunciar como pasó en el reciente caso de los alumnos sordomudos de Verona y al mismo tiempo, excomulga a médicos y padres de niñas obligadas a abortar.

El fuerte espíritu de cuerpo que domina la jerarquizada organización de la iglesia católica permite que los niveles superiores de la misma, procuren evitar a cualquier precio, todo intento de debilitar la sólida estructura que les ha permitido sobrevivir a todos los embates de la historia de la Humanidad a lo largo de centurias aunque para ello, deban proteger a los verdaderos delincuentes con sotana que constituyen los pederastas encubiertos y difuminados tras el boato y los fastos de la religión.
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