Cortázar reabre la cómoda del tesoro con los inéditos de «Papeles inesperados»

La sorpresa, se lo imaginarán, debió ser mayúscula, y seguro que el filólogo catalán jamás olvida ese 23 de diciembre de 2006 en el que sus oídos oyeron algo de unos papelitos y su cerebro procesó un «Ábrete Sésamo» en toda regla.

Solo que en esta historia no hay cueva que valga, sino una vieja cómoda con el estómago lleno y los cajones atascados por culpa de los cientos de «papelitos» que se amontonaban en su interior. Los mismos «papelitos» que ahora traen de vuelta a Cortázar con «Papeles inesperados» (Alfaguara), libro repleto de afluentes literarios que Álvarez y Bernárdez recopilan, textos inéditos que el autor de «Rayuela» dejó guardados en la cómoda de su piso de París.

Festín de inéditos

Coincidiendo con el 25 aniversario de su muerte, «Papeles inesperados» saca a la luz once relatos inéditos, tres nuevos cronopios, un capítulo de «Libro de Manuel» no incluido en la obra, una decena de episodios nuevos dedicados al Lucas de «Un tal Lucas», una docena larga de poemas inéditos y artículos publicados en diarios y revistas latinoamericanas.

También se han recuperado textos dedicados a amigos como Susana Rinaldi y Ángel Rama, artículos sobre fotografías, pintura y escultura, cuatro autoentrevistas, textos inclasificables... Un auténtico festín cortazariano que completa el puzzle de las obras completas del autor de «La vuelta al día en ochenta mundos» y recorre de principio a fin su trayectoria literaria. Dos detalles: aquí se incluyen el «Discurso del día de la Independencia» que Cortázar recitó a sus compañeros de clase en 1938, y «Los gatos», relato de 1948 en el que ya da sobradas muestras de sus habilidades creativas. «Es como un álbum de fotos que va de los colores sepia a las polaroids», apuntó Álvarez.

El editor Carles Álvarez ha pasado un año ordenando los textos que Cortázar guardó en una cómoda

Esto es, en fin, la «foto final» y definitiva del escritor argentino. ¿O no? «Ya no hay que esperar mucho más. Con esto el Cortázar definitivo está asentado», aseguró el editor de la obra. Aún así, Álvarez no descarta la edición de un nuevo proyecto dedicado a la correspondencia -«vamos a intentar que la gente que tenga cartas nos las mande»- e incluso suspira ante la improbable (aunque no imposible) aparición de «Soliloquio», novela de juventud que el propio Cortázar quemó al poco de escribirla.

A la espera de que se produzca el nuevo milagro, el resultado de este valioso hallazgo es un collage literario que, según el editor, entronca perfectamente con la filosofía creativa de Cortázar. «Él fue el primero en aplicar al castellano la idea del libro almanaque -recordó Álvarez-. Económicamente quizá hubiese sido más provechoso sacar cuatro volúmenes, pero ¿para qué íbamos a tener al lector esperando al próximo volumen si con esto ya tenemos un caleidoscopio muy coherente?». Tan coherente que todos las piezas incluidas en el libro son textos acabados. La única excepción es «El lento desplazarse de las constelaciones por tu piel», escrito tras la muerte de la escritora canadiense Carol Dunlop, última compañera sentimental de Cortázar.

Más allá de la muerte

A pesar de la voluntad cronológica del libro, si con algo ha tropezado «Papeles inesperados» ha sido con la imposibilidad de fechar el último escrito que dejó el argentino antes de morir. «Como él no sabía que iba a morir, no escribió ningún texto con voluntad de testamento», aseguró Álvarez recordando que, a pesar de saberse enfermo, Cortázar nunca llegó a saber que sufría una leucemia crónica.

Ese desconocimiento es, en parte, lo que explica que el libro haya aparecido ahora y no antes. Los papeles estaban ahí, sí, pero había que examinarlos y ponerlos en orden. «Cortázar dejó los papeles como los dejaría cualquiera que no sabe que va a morir: en unos cajones más o menos ordenados -explicó Álvarez-. Ya se habían mirado antes, pero no se había mirado todo. Era un trabajo muy duro y a Aurora le debía dar un poco de pereza».

Aparcada la pereza y con la obra en la calle, si para algo ha de servir este vaciado del cofre del tesoro cortazariano es para que su obra, más que ser leída, sea releída. «La ilusión de Aurora es que lo relean todos esos profesores argentinos que le perdonan la vida», señaló Álvarez. Aún así, no es «Papeles inesperados» la mejor manera de adentrarse en el universo de Cortázar . «No es un buen libro para empezar. Lo mejor es hacerlo por «Historias de cronopios y de famas» y, según la edad, por «Rayuela». Aunque quizá sí que sería un buen punto de partida para un lector adulto», explicó Álvarez.