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La Vértebra de Primavera

Semana Santa


miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
Primavera Silva Monge
Primavera Silva Monge

Sería agradable, imagino, tener cerca una sensación de santidad, por lo menos, un par de días al año. Se ambiciona porque alguien la promociona, alguien la hace sentir escasa y apetecible. Pero… ¿Qué será realmente la santidad? ¿Qué consecuencias o sensaciones vendrán adheridas a ella? ¿Cómo y dónde se conseguirá? ¿Cuánto costará? ¿Cuál sería un ejemplo cercano, como para poder reconocerla si anda por ahí?

 

Lo de la semana santa, no ejemplifica muy adecuadamente, cuando se ve al ochenta por ciento de la cristiandad criolla, hacer cosas tan vulgares, como darse de codazos para conseguir los mejores pescados y mariscos, para celebrar el carnaval “como debe ser”, como si aquello de consumir productos del mar fuera en sí mismo una especie de abstinencia o requisito de santidad. ¿Matar un pez en lugar de una gallina o un cordero? ¿Cuál es la diferencia? ¿Qué de santo nos entrará al estómago del alma, al comer, casi por obligación, aquello que se complementa además, con limones, luego de que santos comerciantes subieran su santo valor hasta en 500%, tras una santa discusión de precios?

Sin embargo, en estos días, pareciera que varios se acuerdan de que sí existe un Dios, pero no se doblegan ante sus verdaderas peticiones hechas a través de Su Hijo, sino mediante muchas penitencias extrañas, que en ninguna parte de la Biblia sale como exigencia de conmemoración, pero que hacen ver a Dios como un verdugo con dotes para violencia intrafamiliar o por último, un imbécil sádico, que quiere que te rompas las rodillas caminando hacia una imagen... justamente hacia esa imagen, que claramente dijo que no adoraran.

En el libro llamado sagrado, se habla de pan y vino… No se habla ni de peces con salsa margarita, ni de almejas al pilpil; que al partir el pan, el deber es hacerlo en recuerdo del cuerpo de Cristo (nada que ver las tostadas con mantequilla que le quedan tan bien al marisco crudo) y al beber el vino, recordar su sangre que sería derramada por nuestra salvación, con un sentir de recogimiento por el enorme sacrificio.

Usualmente... ¿Qué se ve en estos días? Lo que se aprecia a primera vista, es claramente un fin de semana largo, con las compras alegóricas ya nombradas. Como alternativa para otro tipo de degustadores, pueden adquirirse bebidas gaseosas, un buen picoteo y unas cuantas películas, para no aburrirse todos juntos encerrados en casa (si es que no se pudo viajar, por causa del alza de los pasajes en un mil por ciento). Además... ¡Porque en la tele van a estar dando puras cuestiones religiosas!

Epílogo para las noticias de la próxima semana: “Más de una decena de muertos en accidentes de tránsito por exceso de velocidad y manejo en estado de ebriedad, en el marco de la celebración de semana santa, así como cientos de intoxicados por consumo indiscriminado de mariscos en mal estado, es el saldo de este largo fin de semana”.

Recuerdo que cuando chica, pese a haber tenido una crianza mixta por parte de una madre católica y un padre protestante, la semana santa no se veía confusa. Por ambas partes se inculcaba el recogimiento, el respeto, el agradecimiento al sacrificio, que te lo relataban adecuadamente los padres. La música, si no sacra, clásica como de costumbre, pero bajita. El alimento, frugal, nada especial ni llamativo y sí, mucha oración más hermosa que la usual, que hacía sentir una presencia especial en el corazoncito de cada uno. También se moderaba la conducta, no se gritaba, cantaba, bailaba ni jugaba a cosas bruscas. No se discutía, no se peleaba, no se decían palabrotas (que en ese tiempo era “tonto”, “estúpido”) o similar. Como además, antiguamente se respetaba bastante el desarrollo emocional de los niños y no se los inmiscuía en las conversaciones de los adultos, no se entendía –siendo chico- lo de la abstinencia de las prostitutas y su clientela, pero en semana santa, hasta aquello existía.

Con todo, entonces podríamos llegar a asociar la santidad con la pulcritud, pureza de pensamientos y actos de los seres humanos. Si así fuera el verdadero significado de la expresión, al parecer, nosotros estaríamos cada día más lejos de celebrar la semana santa con algo de santidad.

 

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