En este caso se trata de una protesta organizada en torno a tres ejes: económico, académico e ideológico. Los estudiantes no están dispuestos a que se toquen sus seguros médicos universitarios ni a que desde el gobierno se fijen los parámetros para concederles sus becas ni a aceptar el más mínimo retoque de su independencia universitaria.
Académicamente, tampoco desean que se marquen las pautas de sus mallas curriculares desde los despachos del gobierno de turno. Con un total celo por que las materias de sus programas de estudios se fijen estrictamente desde el cogobierno entre estudiantes y docentes, los estudiantes se han plantado. Como siempre, la crítica es fácil sin embargo es aquí donde encuentro el germen del fondo de la protesta. Esa intransigencia en las negociaciones se ha planteado como una frontera a la tentacular ingerencia ideológica gubernamental.
Estas acciones estás llenas de sentido común teniendo en cuenta que en un porcentaje alto van a vivir de lo que van a estudiar. No tiene sentido que sus carreras se tiñan de un manto ideológico nacido del actual gobierno. Como futuros profesionales, es lógico que piensen que estos enfoques pueden convertirse en una rémora para su formación. En un mundo multipolar y globalizado es vital que tengan -por lo menos- la posibilidad de equipararse en el aprendizaje teórico a los países de su entorno geográfico inmediato.
Naturalmente, es facilísimo apuntar a que hay irregularidades en la gestión de las universidades públicas y que en realidad sus cabezas administrativas se sirven principalmente a ellas mismas. También es fácil para las universidades afirmar que la transparencia de sus gestiones está garantizada porque conviven con los mecanismos de control y auditoría externos.
En ese aspecto el debate económico se agota en esos extremos porque lo que sale a relucir de inmediato son las demandas de pruebas de una y otra parte. Por esa razón es que creo que lo importante está en las mallas curriculares o programas de estudios. Porque son los estudiantes los que están más en contacto con las nuevas tecnologías, ellos son las correas de transmisión de cualquier novedad o noticia de actualidad que suceda, y por lo tanto son ellos los que toman el pulso de las corrientes de opinión más aceptadas. Y, en ese sentido, su papel social y político es importantísimo.
Hace poco se ha descorrido el velo sobre la noticia de que el proyecto del ejército estadounidense, “Metal Gear”, ya está diseñando –y quizás usando- estrategias masivas de propaganda para controlar la libertad de opinión que reina en Internet mediante el uso de softwares avanzados. Si en este planeta globalizado, una de las principales preocupaciones radica en influir sobre el uso de las redes de Internet, es lógico pensar que la opinión es la piedra de toque para decidir las futuras tendencias políticas. Quizás los estudiantes aún no sean conscientes de que con estas decididas manifestaciones –en las cuales han dejado claro que u obtienen “o todo o nada”- están cuestionando e impidiendo la difusión académica -en un ciclo avanzado- de ideologías aún no pulidas y originadas desde las cabezas del gobierno. En esa medida, han obligado al gobierno masista a dar un paso atrás y, en el último trimestre, no es la primera vez que las posturas oficialistas de Bolivia, deben retroceder en sus iniciativas…
Hay un elemento muy importante a considerar en estas circunstancias para comprender la evolución y cierre final de las negociaciones en las que entraron las partes en conflicto y que terminaron en una total victoria de las universidades: el ministro de educación fue rector de la UMSA. Este interlocutor es un hombre de sólida formación académica y que entiende muy bien los entresijos del poder político así como la gestión de las universidades públicas.
El plante de todas las universidades públicas bolivianas que se han desplazado hasta La Paz desde todos los departamentos de Bolivia para tomar las calles -pancartas en mano y dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias- y paralizar a la capital durante 48 horas -haciéndose sentir con más contundencia que organizaciones sindicales- tendrá un calado que se podrá constatar en un máximo de dos años. Justo cuando se comience a hablar de que el actual presidente de Bolivia tiene la intención de presentarse por tercera vez a las elecciones generales –a pesar de que la Constitución aprobada durante su gestión indica que una misma persona sólo puede presentarse dos veces consecutivas-.
Y, en este punto, ya da igual que a toro pasado se le concedan a las universidades todo lo que pidan. Cada bloque social está jugando su papel. Las trompetas que anuncian arrebato ya han sonado y me atrevería a vaticinar –con todos los riesgos debidos- que el actual presidente de Bolivia cumplirá su mandato pero deberá dejar el cargo en diciembre del 2014 al estar perdiendo la legitimidad y el respaldo suficientes para imponer su argumentación y así presentarse por tercera vez a los comicios.
Si (
No(
