Quien se apropia de los problemas y preocupaciones de su prójimo, reflexionando sobre su comportamiento, conversando mucho tiempo al respecto con el afectado, incluso tal vez enfadándose porque los viejos problemas y dificultades son actualizados una y otra vez, abre la propia puerta a las vibraciones de los problemas de su prójimo y las hace suyas. Se abre a raíz del disgusto sobre su prójimo, porque éste habla una y otra vez sobre las mismas preocupaciones y problemas.
Las causas que hacen hablar a una persona reiteradamente sobre sus dificultades pueden ser muy variadas. Uno quiere, por ejemplo, darse importancia; otro quiere ser compadecido.
El oyente pierde fuerzas, las repeticiones agotan su sistema nervioso y de este modo en un oyente que esté débil pueden originarse malestares o enfermedades.
Por consiguiente, tales circunstancias pueden conducir a que aquel que quería ayudar y tiene que escuchar una y otra vez los mismos problemas, caiga también en la situación, de que se contraiga su sistema nervioso y emita venenos que ataquen a su organismo y puedan provocar una enfermedad.
A cada persona, le corresponde ayudar y servir a su prójimo, en tanto le sea posible, pero no es un mandamiento espiritual el que una persona tenga que escuchar una y otra vez las dificultades y problemas de sus semejantes.
Quien escucha una y otra vez las preocupaciones y problemas de su prójimo, se enfada y altera a causa de ello y no aconseja al afectado a que por fin deje o repare lo que pertenece al pasado y está en contra de las leyes divinas, se contagia con las vibraciones de la persona que tiene problemas.
La ley también dice: Ayuda a tu prójimo lo mejor que puedas, en palabras y actos, pero no le impongas tu ayuda ni le obligues a aceptar lo que tú cree que sería lo correcto para él.
-----------------------------------------------------
Del libro: “Origen y formación de las enfermedades” - Vida Universal -