El vegetarianismo y el futuro del planeta

Mientras en 1983 un 0,6% de la población alemana era vegetariana, entretanto el número asciende a casi un 9%. Las razones no sólo tienen que ver con la salud, a causa de los escándalos que una y otra vez se producen por la crianza masiva de animales, los antibióticos, las epidemias, etc., sino que en muchos casos se basan en una actitud ética frente a la naturaleza y el mundo animal. En este sentido, a la cabeza de este movimiento está la India, con un 40% de vegetarianos del total de la población, alcanzando las mujeres un 68% frente al 32% de hombres.

¿Y cómo es en otros países? Aquí hay que establecer que para muchas personas el pescado no es considerado “carne”, por lo que muchos piensan que su consumo corresponde al vegetarianismo, lo que no es así. Por eso las estadísticas revelan sólo números aproximados, pero que en general demuestran que la conciencia de muchas personas ha cambiado. En Inglaterra el número de vegetarianos se estima actualmente entre un 6 y 7% de la población, en Italia entre 8 y 9%, en Suiza en un 8%, en Irlanda en un 6%, en los Países Bajos en un 4,4%, en Croacia y Austria de 3 a 4%, en Suecia y Noruega en un 3%, en Francia, Bélgica, República Checa, Dinamarca y Eslovaquia del 1 al 2%, en Portugal en menos de un 1%. En Australia, Canadá y los Estados Unidos hay entre 3 y 4% de vegetarianos. En España, en 1907, Jaime Santiveri de Piníes, creó la primera asociación vegetariana y en 1908 el Dr. Joseph Falp i Plana fundó la "Lliga Vegetariana de Catalunya", estimándose que actualmente el número de vegetarianos españoles está por debajo del 2% de la población total. En casi todos los países las encuestas muestran que entre los vegetarianos hay un mayor número de mujeres que de hombres. ¿Casualidad o cordura y responsabilidad femenina por la vida?

Detrás de cada trozo de carne que se consume existe una larga cadena de sufrimiento animal en el que muy pocas personas piensan. Actualmente está demostrado que la crianza intensiva de animales es una de las causas del cambio climático. De acuerdo con un estudio del Ministerio para el medio ambiente y la salud, de Baviera, en la producción de un kilo de queso, desde el ordeñadero hasta la estantería del supermercado, se libera el equivalente de 8350 gramos de anhídrido carbónico. En el caso de las gallinas, desde el cuchillo hasta el asador es de 1250 gramos. Por su parte, tratándose de verdura el valor es sólo de 150 gramos. Según otro estudio, denominado “Livestock in a Changing Landscape”, de la Organización para la alimentación y la agricultura de Naciones Unidas, la cría de ganado vacuno requiere un 30% de la masa terrestre libre de hielo. Mil quinientos millones de reses, 1.700 millones de ovejas y cabras así como innumerables pollos y cerdos son los responsables del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Para aquellas personas a las que les gustan las comparaciones, esto es más que el total que produce el tránsito mundial de coches, camiones, aviones y trenes. La organización de consumidores Foodwatch ha calculado el efecto invernadero resultante de la producción de alimentos reduciéndolo a kilómetros viajando en coche. Si una persona consume carne, productos lácteos y plantas, en un año produce con ello tantos gases nocivos para el clima como en un viaje de 4377 kilómetros. Si se alimenta sólo de productos lácteos y plantas se llega a 1978 kilómetros. Por su parte un vegano que prescinde de queso y leche viajaría sólo 281 kilómetros, aunque esto sólo tiene validez para el cultivo biológico. El estudio resulta casi paradójico cuando establece que aquel que desiste totalmente del alimento cárnico, con el agua que se necesita para producir 500 gramos de carne de vacuno podría ducharse durante todo un año.

Por mucho que la costumbre de los seres humanos de comer carne durante la Edad de Piedra y después fuera necesaria, como dicen las fuentes históricas, el hecho de que la mayoría de los gigantescos animales de aquella época se haya alimentado de vegetales resulta contradictorio desde el punto de vista bíblico. Incluso en esta época, animales como los elefantes, gorilas y rinocerontes se alimentan de vegetales. En el Antiguo Testamento se leen en el Génesis 1, 29-30 las palabras de Dios a los hombres y a los animales: “Dijo Dios: Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla. Todo ello os servirá de alimento”. “A todos los animales terrestres, a todas las aves del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento”. Hoy también se sabe que Jesús de Nazaret y sus discípulos eran vegetarianos. Es de suponer entonces que el hecho de que en el famoso cuadro La última cena, de Leonardo da Vinci, no haya ni carne ni pescado, no se deba solamente a la casualidad de que el pintor mismo fuera un decidido vegetariano. Posiblemente fueron las palabras del padre de la Iglesia, Tomás de Aquino, las que en el siglo XIII cimentaron teológicamente el consumo de carne entre los cristianos, cuando éste dijo que los animales no tenían alma, algo que, dicho sea de paso, él también atribuyó a las mujeres. ¿Casualidad o desprecio por la vida?

Actualmente un científico alemán de la alimentación ha establecido que las proporciones entre el estómago, el intestino grueso y el delgado así como el tamaño de las secciones de la digestión hacen llegar a la conclusión de que el organismo humano está hecho para recibir principalmente una alimentación vegetariana, agregando que en realidad “hoy podemos vivir sin carne, pero no sin plantas”. Del mismo pensaron y siguen pensando personajes más o menos famosos como Benjamin Franklin, Buddha, Vincent van Gogh, Goethe, Leo Tolstoi, Paul y Stella McCartney, Leona Lewis, Shania Twain, Bill Clinton, Bryan Adams, Daryl Hannah, Brad Pitt, Natalie Portmann, Steven Seagal, Carl Lewis, Martina Navratilova, Jean-Claude Van Damme y muchos otros. Y de ellos no se puede decir que les falte inteligencia, salud o incluso apostura.

Los modernos medios de comunicación y la red de Internet da en este tiempo a toda persona la oportunidad de enterarse de las míseras condiciones de vida de los animales, cómo se les cría para engordarlos artificialmente, después se les mata en mataderos y en horribles experimentos en los laboratorios. Las frecuentes catástrofes de la naturaleza están demostrando que su equilibrio se ha perturbado irremediablemente por la acción del ser humano. La ciencia ha comprobado que la alimentación vegetariana es más sana. No hace mucho tiempo, en Australia, un grupo de científicos pidió a un grupo de aborígenes que tenían sobrepeso, padecían de diabetes y vivían en la ciudad, que volvieran a su vida anterior en estrecho contacto con la naturaleza. Sólo siete semanas después ya prácticamente no tenían problemas de diabetes y habían bajado considerablemente de peso. Un cambio tan estricto seguramente que no es necesario para los que vivimos en los países industrializados, pero tan sólo un reflexionar sobre las ventajas que tiene consumir todo tipo de vegetales en vez de carne, y el darse cuenta de los beneficios que tendría esto para nuestro cuerpo, nuestra salud, el medio ambiente y la naturaleza en general, sería una bendición para el planeta. Y por último todo aquel que dice ser cristiano estaría cumpliendo el 5° mandamiento del decálogo, que no sólo es válido para los seres humanos entre sí sino para todo lo que vive en la Tierra. Literatura para reflexionar sobre este y otros temas se pueden solicitar en www.das-wort.com en diferentes idiomas.