El faro santanderino, que empezó a emitir destellos en 1.839, para orientar a los barcos que querían acceder a la bahía de Santander, ha sido reconvertido en museo tras la habilitación de las casas de los fareros. Situado a 90 metros sobre el nivel del mar, emite destellos cada 15 segundos. Desde hace 15 años, cuantos se acercan a este emblemático lugar, pueden visitar el centro gratuitamente.
La Autoridad Portuaria abandera este proyecto que atesora la fuerte presencia simbólica, paisajística y arquitectónica del faro santanderino con la excepcional colección de obras de arte, y objetos y curiosidades relacionadas con el mar y los faros.
La Sala Cabo Mayor es el corazón del Centro de Arte y ocupa el espacio de la antigua casa de los fareros. Allí se expone el núcleo central de la colección Sanz-Villar, que está constituido por más de dos centenares de piezas de gran y mediano formato y por un abrumador conjunto de casi mil dibujos, acuarelas y grafitos dedicados por Eduardo Sanz a los principales faros del litoral español.
Un centenar de obras de artistas españoles puede verse en la sala Cabo Menor relacionadas con la temática del faro, a los que Eduardo Sanz fue adquiriendo a lo largo de los años. Es una selecta representación de las vanguardias artísticas españolas de la segunda mitad del siglo XX, de escultura, pintura, dibujo y fotografía..
La coherente y significativa selección de obras integrada en la exposición permanente del Centro conforma una de sus principales señas de identidad, pues los faros han representado una constante referencia en la dilatada trayectoria artística de Sanz.
A la exposición permanente se acostumbra a añadir otras temporales como la que ahora puede verse de Maria Villacorta titulada "Gotasaladas", que recoge una serie de composiciones realizadas con la sal como protagonista. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 25 de junio, acoge una selección de obras que dialogan con el propio edificio del faro y su entorno natural, un ecosistema azotado por el aire, el agua y el salitre. Villacorta presenta una honda investigación pictórica utilizando sal y papel para reflexionar sobre el consuelo, la dualidad del mundo y el ciclo del agua.
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