Está a punto de aparecer un libro de una corresponsal de Televisión Española en Moscú que aclara muchos puntos fundamentales, con ocasión al atentado de los gaseoductos del mar Atlántico, que ha vivido todos estos años en la capital de los zares.
No podemos pensar en occidente lo que va a decidir ese funcionario anónimo y ahora jerarca, por no decir dictador de todas las Rusias
Admiro a Rusia y de alguna forma la amo, amo su música, su literatura, su arquitectura, es un pueblo en algo semejante al nuestro. Pero no se pueden comparar los dirigentes de los países occidentales democráticos, con partidos políticos y elecciones cada cierto tiempo, con Vladimir, que gobierna sin partidos políticos, y sin elecciones; en realidad sus ciudadanos por no decir sus súbditos son carne de cañón, carnaza para enviar al frente, no son ciudadanos como nosotros, pues carecen de derechos y su líder carece de límites. El peligro de la Rusia actual que yo visité a fondo en época de Gorbachov, no es el peligro del arma nuclear del que me hablaba mi guía Faina, todos o casi todo habrán muerto menos yo, el eterno enfermo, por otro lado el enfermo con una salud de hierro.
Al invadir Ucrania, lo primero que hicieron las madres rusas de una cierta edad fue intentar sacar a sus hijos por todos los medios del país, empeñándose si fuera preciso hasta la medula de los huesos para obtener un billete de avión. Las madres rusas sabían que sus hijos no valían nada, no tenían derechos, pues Putin no tiene limitaciones. El peligro no es el botón nuclear, el peligro es el jerarca que vive en el Kremlin, el oscuro funcionario del KGB , y que ya no es precisamente mi amigo Mijail Gorbachov, por llamarle de algún modo.
La democracias occidentales son débiles y frágiles, sus dirigentes están muy limitados y Vladimir no lo está, y esa la es la gran diferencia.
Es imprevisible lo que vaya a hacer ese hombre del Kremlin, pero por si acaso podemos prepararnos para lo peor. Nuestras democracias son de papel. Precisamente porque están muy limitadas por sus leyes lectorales, y sus políticos maniatados.
Que Dios nos tenga confesados. De nuevo dormimos como hace más de sesenta años sin saber si nos vamos a despertar, o si el fuego nuclear, a más de tres mil grados centígrados nos va a chamuscar las pestañas antes de poder abrir los ojos.
Moraleja: No conviene acogotar mucho al jerarca del Kremlin, en el peor de los casos es mejor dejarle una salida honrosa.
Si (
No(
