Me hablaba entonces de las dificultades en lo que se refería a su profesión. Se resistía a comenzar a escribir y a sentarse frente al folio en blanco (entonces no había ordenadores). Su máquina “Hipano Olivetti” comprada en el rastro yo no la veía por ninguna parte.
Saboreando la copita, me hablaba del hecho de que se echaba a la calle a fumar un cigarrillo o a comprar cerillas o tinta para el tintero, ya que a veces gustaba escribir con plumilla. El caso era inventar cualquier cosa antes que ponerse a escribir.
Mi amigo Pedro Pérez Oliva, realizador de Televisión Española, me hablaba del hambre que habían pasado el matrimonio Buero, su mujer y sus dos hijos; por cierto que uno de ellos se mató en accidente de automóvil yendo a Valdemorillo.
“Las penas de la vida”, llamaba el ilustre dramaturgo a hechos luctuosos como éste.
Le recuerdo también braceando trabajosamente, viniendo hacia mí por uno de los pasillos laterales que daban acceso al patio de butacas del Teatro Nacional María Guerrero, la noche del estreno de mi obra “La Tienda”.
¡!Qué obra, Ubillos, qué obra”!!, exclamaba con gestos de admiración mientras elevaba sus brazos.
Pues bien, esa frase de Buero ahora me la aplico a mí mismo, en relación con “En busca de sentido”, la obra escrita por mí sobre la vida y obra de Víctor Frankl, el psicoanalista austriaco que fue deportado a los campos de exterminio nazis y que sobrevivió milagrosamente a aquel holocausto.
Víctor Frankl, de próximo y esperado estreno, contará con la participación de la escritora Mila de Juanes en la redacción del texto; bajo la dirección experta y altamente creativa de David Martín.
Si (
No(
