Pasado el tiempo, nos fuimos dando cuenta de que existen otras muchas religiones y que, quienes las practican, opinan exactamente igual de la suya que nosotros de la nuestra. Por tanto, todas las religiones son verdaderas y cada cual se rige por su doctrina.
Mucho más adelante, al estudiar la historia de las religiones aprendí que todas ellas confluyen en un mismo punto: el cristianismo. Y ¿qué es el cristianismo? Se refiere a la religión cristiana, a sus seguidores y a la iglesia cristiana desde el siglo I hasta la actualidad. Jesús, un maestro y taumaturgo judío, proclamó la llegada inminente del Reino de Dios y fue crucificado hacia el año 30-33 d. C. en Jerusalén. Se nos dijo que Jesús es el hijo de Dios y que murió para el perdón de los pecados y fue resucitado. De ahí parte el cristianismo.
Pero existen otras religiones tan importantes como el cristianismo que son el islam y el hinduismo. Todas ellas comparten la creencia en uno o varios dioses, en la existencia de textos sagrados y la oración en templos, entre otras, pero se diferencian en la figura de los dioses y profetas, las festividades, los territorios principales y muchos otros elementos.
Pero volviendo a nuestra religión, la católica, basada en principios cristianos, que es lo que Jesús nos enseñó. Al respecto, los diez mandamientos son claros y precisos cuando hablan del amor al prójimo, de no jurar en vano, en no codiciar lo que no es nuestro, en honrar a nuestros padres, en no matar, incluso no se debe desear al prójimo que no tenga vínculo matrimonial. Y del sexo, ¿qué decir del sexo? El sexo sólo se concebía para traer hijos al mundo. Fuera del matrimonio, era pecado. Mucho habría que debatir al respecto.
Lo que me inquieta en estos tiempos es el concepto que muchos de estos creyentes católicos y practicantes tienen sobre el actual Papa Francisco. Un papa que, por fin, ha llegado a la Iglesia Católica para poner freno a tantos atropellos, a tantos crímenes, a tantas injusticias como se venían cometiendo. Al Papa Francisco no le duelen prendas cuando condena la pederastia, sobre todo cuando descubre y pone en evidencia a tantos sacerdotes que han abusado de niños. El Papa Francisco denuncia el capitalismo feroz, la desigualdad, abogando por la compasión y la solidaridad; cuando respeta a los homosexuales y afirma que él no es quién ni para juzgarlos ni para condenarlos. Denuncia la gran hipocresía que domina al mundo cuando se refiere a las guerras, a las armas y a los países que las fabrican. Toma la palabra de Jesús y abre sus brazos para acoger en ellos a toda la humanidad. Como hubiera hecho el propio Jesús de Nazaret. ¿Tiene o no tiene razón este Papa cuando piensa y habla así?
A mí, la lógica, me dice que este Papa sigue al pie de la letra las enseñanzas de Jesús; y como un discípulo aplicado, las intenta poner en práctica. Y aquí es donde mi intelecto me confunde. Resulta que, a todos estos católicos recalcitrantes, no sé si de misa diaria y comunión, en vez de estar felices y agradecer al Papa Francisco su evangelio, resulta que no lo quieren, lo rechazan y lo tachan de comunista, de bolivariano. Y yo, creedme, estoy completamente confundida y abrumada. Algo terrible está pasando.
Si (
No(
