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Los Tranvías de Milán
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Los Tranvías de Milán

Por Ignacio Vasallo
viernes 04 de noviembre de 2022, 23:32h

04NOV22 – MADRID.- Los tranvías de Milán recorren los 180 kilómetros de vías aceptando su edad- algunos son centenarios- pero mostrando su señorío. Transportan al iniciarse el día a los oficinistas desde las renovadas -tras la Expo de 2015- zonas más allá de San Siro hasta los modernos centros de oficinas.

Circulan después con algunos forasteros, mapa o teléfono en mano, para buscar las actividades lúdico-turísticas del día Hacia las once de la mañana aparecen las jovencísimas modelos con su ”book“ bajo el brazo y la cara recién lavada que refleja el hambre voluntaria. Alargadas, aburridas, con pinta de rubia ucrania, exótica brasileña, africana asustada, en busca del agente que la convierta en ”top model” . La aburrida paz de esa hora solo se interrumpe con el sonido de un teléfono que todas buscan en sus bolsos y que solo una contesta con victoriosa sonrisa o aire preocupado si es la ucraniana.

A mediodía ocupan de nuevo el espacio los turistas satisfechos por la labor cumplida tras la primera visita del día, las elegantes señoras con sus abrigos de loden verde y sombreros tiroleses camino del paseo por ”Montenapoleone” o ”Via della Spiga” y del ligero almuerzo en los lugares de moda.

Las tardes acogen a una promiscua variedad de empleados de regreso, estudiantes en movimiento, turistas ya agotados, esperando que, en temporada, la burguesía local se apodere de varias líneas céntricas camino de La Scala, porque en Milán a la Ópera se va en tranvía. Antes de que finalice la función regresan las delgadas jovencitas, ya pintadas y con miradas guerreras, camino de los” Navigli”, el barrio de los Canales, adonde también se desplazan los estudiantes ambiciosos con sus mejores galas y la esperanza en sus ojos. Los ejecutivos de moda y publicidad acuden a los mismos lugares, pero en sus lujosos coches necesarios para la exhibición y, en su caso, transporte del trofeo.

El paso del tranvía con su sonido metálico aletargado rompe el clamoroso silencio de la noche milanesa con su carga de ambiciosos derrotados, parejas esperanzadas, y padres de familia ansiosos por llegar a casa.

Y es que en Milán todos usan el tranvía, pero son pocos los que lo pagan. Por supuesto la ciudad también cuenta con una digna red de autobuses y cuatro líneas de metro, pero el tranvía imprime carácter.

Aunque carácter Milán siempre lo ha tenido. Frente a una Roma plebeya y aristocrática, ostentosa, demasiado pintada, Milán es burguesa y recatada. Carece de un Coliseo o de un Foro, pero oculta en sus “palazzi”, con espléndidos patios, las riquezas de los Armani, Prada, Berlusconis, Versace.

Siempre fue importante por su crucial posición geográfica, incluso al comienzo del siglo V efímera capital del Imperio Romano de Occidente, pero intentaba pasar desapercibida. El inmenso Duomo, uno de los templos góticos más grandes del mundo, con cinco naves, solo pudo ver su famosa fachada terminada ya avanzado el siglo XIX.

La plaza del Duomo y la adyacente” Galleria Vittorio Emanuele” constituyen el núcleo donde confluyen milaneses y turistas. Los domingos por la tarde, si el tiempo lo permite, es hora de la “passeggiata”, en la que soldados de gala, carabinieri con bicornio y” bersaglieri “con plumas en el gorro alpino, todos llegados del sur, dan al barrio un fascinante aspecto de opereta.

El románico lombardo define la arquitectura religiosa de la ciudad, con la recatada Basílica de San Ambrosio como obra principal. Realizada durante el mandato del famoso Obispo, maestro de San Agustín.

Durante la Edad Media Milán mantuvo su independencia. Los Visconti primero y los Sforza después la defendieron construyendo el imponente” Castello Sforzesco” que con el adjunto “ Parco Sempione” la oxigena. Pero la política europea determinó su futuro. Primero Francia y luego España, tras la famosa batalla de Pavía en 1526, ocuparon el poder, aunque permitiendo la autonomía de la” Signoria”, hasta la cesión a Austria en el tratado de Utrecht de 1713.En la segunda mitad del XIX se integra en la nueva Italia.

El más grande de los Sforza, Ludovico el Moro, alojó en su ciudad a Leonardo da Vinci durante veinte años. Aparte de obras de ingeniería, también pudo pintar La Última Cena, que desde 1498, adorna el comedor de” Santa Marie delle Grazie,” cercana a “Sempione” . La inmensa pintura al fresco de cinco por nueve metros solo puede ser visitada por pequeños grupos que tienen limitado el tiempo que pueden permanecer en el refectorio del convento dominico para deleitarse admirando el ” Cenacolo”.

No hay que perderse, tras la visita al Museo de” La Accademia “en Brera, el aperitivo -allí se toma hacia las siete de la tarde- en los vecinos bares y restaurantes.

En los barrios céntricos hay abundancia de restaurantes, ”osterias,” trattorias pizzerías de buena calidad y sin demasiadas pretensiones-en todos esos lugares ofrecen vino del año en jarras que ayudan a terminar el dia con la satisfacción del deber cumplido. Durante los seis años que estuve viviendo en Milán siempre me acosté con esa satisfacción.

Ignacio Vasallo

Destacado profesional del sector turístico en España. Fundador y primer Director General de Turespaña. Ha sido consejero de Turismo en Estocolmo, Nueva York, Milán, Londres y Paris.

Es miembro de - FEPET - Federación Española de Periodistas y Escritores de Turismo y Gastronomía

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