Fue un partido antológico contra el Stade de Reims, en París, campeón de la liga francesa, con remontada y todo, remontada de infarto. Por aquel entonces mi padre socio del Club, nos llevaba a mi hermano y a mí a ver los partidos al viejo Chamartín, después estadio Santiago Bernabéu, presidente que fue de leyenda como ahora comienza serlo Florentino Pérez, el de las torres descomunales.
Por aquel entonces teníamos el abono en la fila sexta lindante con el campo en una de sus bandas laterales. Nos separaba del césped una liviana barra metálica pintada de blanco. Mi padre antes de los partidos solía saltarla y pasarnos a pasear “al solecito” en la banda de arena amarilla que rodeaba al césped. Así pudimos saludar y charlar con jugadores como Marquitos, Lesmes, Santamaría, el defensa Navarro, “el fifo”, defensa legendario y amigo casi nuestro de tanto verle.
También pudimos llegar a saludar a Di Stéfano, en persona y a Ferenck Puskas. De pronto mi padre levemente sobresaltado nos decía que iba a empezar el encuentro, y por lo tanto saltar la liviana valla y volver a nuestros asientos, asientos con almohadilla, claro.
Crespo, un representante de comercio del gremio de mi padre solía hablar con voz trémula y emocionada del equipo que iba a saltar al césped y al poco rato de hablar por la megafonía le veíamos regresar hasta su asiento cercano al nuestro.
Sí, hemos visto jugar a aquella delantera de leyenda que nunca olvidaré: Kopa. Rial, Di Stefano, Puskas y Gento. Y he visto al Madrid ganar ocho a cero, creo que al Barcelona. Aquello no era fútbol, era magia, virtuosismo y arte elevado a la undécima potencia.
Han pasado cerca de setenta años y el Real Madrid, mi Madrid, acaba de conseguir ganar la “Copa de Europa”, ahora la llaman “La Champions”, aunque sospecho que nuevamente la acabarán llamando lo que era “La Copa de Europa”. Son jugadores nuevos para mí, me cuesta memorizar sus nombres quitando claro está los más famosos como Vinicius Jr, Karim Benzemá o Tibaut Courtois, pero la emoción es la misma, solo que ahora cercano a los ochenta, es la televisión de última generación comprada por mi mujer en la que veo todo……Pero el Madrid, sea presidente don Santiago Bernabéu, mi amigo Ramón Mendoza o Florentino Pérez sigue siendo el mismo: Un sencillo club de Socios sin ánimo de lucro pero un club diferente, un club de leyenda al que le siguen millones de seguidores del mundo entero. Es por eso que cuando gana el Madrid, en este caso reciente la Copa, “Su Copa de Europa”, nos acordamos intensamente de los socios y amigos desaparecidos, pero la gloria de este club diferente e increíblemente hermoso - sus valores -, nos hacen pensar que desde el otro mundo habrán visto las jugadas, las sucesivas eliminatorias y el triunfo final con gol del joven Vincius ante un Liverpool enardecido y fantástico.
Sé que en el otro mundo al que vamos todos irremisiblemente, aunque la muerte como tal no existe, seguiremos viendo y asistiendo primero en espíritu y más tarde en cuerpos resucitados la hazañas de mi Real Madrid, tanto en el viejo Chamartín como el en Coliseo celestial, veremos a todos, a Crespo, a mi padre, a Ramón Mendoza al que conocí y traté personalmente, pues espero que pronto de la misericordia divina tengamos ocasión de volver a tratarnos y a abrazarnos.
Entretanto disfrutemos de esta quintaesencia del deporte rey, del deporte del fútbol, al rey de los clubs de este planeta, a ese equipo vestido de blanco que es y ha sido siempre el Real Madrid, un club de leyenda: Mi Real Madrid.
Si (
No(
