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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

La oración de San Ignacio

Por Germán Ubillos Orsolich
sábado 21 de mayo de 2022, 23:03h

21MAY22 – MADRID.- Yo no he estado en Loyola o no creo recordarlo, pero soy ferviente seguidor de San Ignacio, él fue primero soldado, militar y guerrero, para terminar siendo santo. Esto es algo que siempre llamó mi atención.

Mi padre intentó incluirme entre sus alumnos de bachillerato en su colegio de Alberto Aguilera, pero no lo consiguió si bien sí consiguió que hiciera mi primera comunión en su capilla de la Iglesia de Areneros.

Años más tarde y tras estudiar el bachillerato en los Sagrados Corazones de Martín de los Heros, me reintegré a los jesuitas para estudiar con ellos la carrera de Icade (Primera Promoción). Iban con hábitos negros y una banda negra que rodeaba sus cinturas y colgaba lateralmente casi hasta el suelo. El padre Sevilla, creador del Icade, me incluyó en la primera promoción. Así que sin comerlo ni beberlo tengo formación jesuítica y soy discípulo o soldado espiritual de San Ignacio.

Voy a comentar algunos pasajes de su oración predilecta, creada por él para rezar por la mañana o en gratitud tras tomar la comunión.

Dice así:

Alma de Cristo, santifícame.- ¿Puede decirse algo más hermoso, petición más inefable?.

Cuerpo de Cristo, sálvame.- ¿Y esta petición tras ser derribado el guerrero del caballo por sus enemigos?.

Sangre de Cristo, embriágame.- ¡Cabe bebida más reconfortante y fortalecedora ¡.

Agua del costado de Cristo, lávame.- ¿Cabe lavatorio más inimaginable?

Pasión de Cristo, confórtame. – Todos sus sufrimientos para consolarme y fortalecerme de los míos.

¡Oh, mi buen Jesús, óyeme!.- Sí que nos escuche, que buena falta nos hace.

Dentro de tus llagas, escóndeme.- Sí, escóndeme, por favor, de todos los enemigos que me acechan día y noche.

No permitas que me aparte de ti.- Es mi deseo más ferviente y necesitado.

Del maligno enemigo, defiéndeme.- San Ignacio mi maestro sabía bien de esta tesitura, y yo, por supuesto, también.

En la hora de mi muerte llámame.- Esto te lo pido buen Jesús con mi angustia, pero también con mi esperanza confiada.

Y mándame ir a ti, para que con tu santos te alabe.- Esta es la base de todas mis solicitudes.

Por los siglos de los siglos. Amén. Esto es, por toda la eternidad, pues la oración final suele decir, dadle el descanso eterno. Sí el descanso de todas las batallas, zozobras y sufrimientos de ésta vida terrenal.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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