¿Por qué se producen?
Estas úlceras suelen producirse ante el continuo contacto de la piel contra una superficie. Pero hay una serie de situaciones que acaban agravando aún más la situación, como son la inactividad o el mantenimiento de una misma postura durante un periodo de tiempo prolongado, el roce continuo con abrasión de la piel con tejidos, la humedad en la piel, infecciones, falta de hidratación o enfermedades de la piel como sequedad o edemas.
Los síntomas son muy variados, y van desde el enrojecimiento leve de la piel en las fases iniciales, hasta heridas bastantes profundas en procesos más avanzados, que pueden incluso a afectar a los huesos o músculos.
Hay una serie de advertencias que no deben pasarse por alto. Entre ellos, la aparición de áreas sensibles al tacto, cambios en la textura o color de la piel, hinchazón o zonas más frías o calientes que el resto del cuerpo.
Remedios para evitar la aparición de úlceras
La prevención es esencial para evitar males mayores en el futuro. De esa manera conseguiremos que no haya complicaciones que puedan incrementar el daño en la piel y alarguen, por lo tanto, el periodo de tratamiento. Hay unas cuantas medidas a tomar en este sentido.
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Examinar la piel de los mayores: es importante revisar con frecuencia la piel de la gente mayor que se pase mucho tiempo sentada o en la cama. Es habitual que se produzca un roce de algunas partes del cuerpo con la ropa de la cama al no variar la postura.
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La piel debe estar limpia, hidratada y seca: hay que realizar una limpieza periódica de la herida. Lo aconsejable sería recurrir a una solución salina templada, aplicándola con mucho cuidado sobre las úlceras. También debe evitarse que se reseque la piel y secaremos bien esa zona después de su lavado para que no aparezcan gérmenes.
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Favorecer la movilidad: en las personas encamadas sería conveniente cambiarlas de postura cada dos horas. Así se conseguiría liberar la piel y se favorecería la circulación.
Por qué utilizar aparatos de apoyo
Más allá de los remedios convencionales para tratar de prevenir la aparición de llagas, también encontramos una serie de artículos o materiales que nos ayudarán a reducir la presión que ejerce la piel sobre la superficie. A continuación te damos unas cuantas recomendaciones si el paciente padece de úlceras en la zona del pie.
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Almohadilla metatarsal: este tipo de protección se aplica en aquellas úlceras en sus primeras fases, cuando aún no haya una herida abierta. La almohadilla metatarsal está pensada para pacientes con problemas de circulación, diabéticos o de larga estancia en la cama. Se pueden reutilizar, se adaptan a cualquier zona al ser recortables y no cuentan con adhesivo para que se deslicen con más facilidad.
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Calcetín de gel polímero: el calcetín antiescaras está pensado para prevenir daños en los tejidos blandos del pie a causa de la fricción o la presión permanente. Incorpora una parte acolchada situada de manera estratégica pensada para proteger las zonas óseas del pie y la parte inferior de la pierna. Es un producto muy completo, que protege la tibia, talón, gemelos, empeine, maléolos y la zona metatarsal. No precisa de una fijación complementaria, siendo ideal para úlceras de grado 1.
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Talonera de gel: se trata de un artículo versátil, válido para usarse tanto en el talón como en el codo, ya sea el derecho o el izquierdo. Son reutilizables y recortables y no retienen ni los olores ni los fluidos. Este material soporta mejor la presión que las espumas.
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Tiras de gel polímero: estas almohadillas redistribuidoras de presión son validas tanto para posición prono como para VMNI. Se pueden aplicar en escaras que se encuentren en la fase inicial, sin que haya heridas abiertas. No retiene olores ni fluidos y pueden utilizarse varias veces.
En materia de salud es importante prevenir. Y más cuando se tratan de heridas de estas características. De no ponerle remedio en sus fases iniciales puede originarse un problema de relevancia que llegaría incluso a acabar en hospitalización.
(CN-07)
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