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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan...”

¿Por qué ella sucumbió y yo no? ( Cuarta entrega)

Por Germán Ubillos Orsolich
viernes 24 de diciembre de 2021, 04:58h

24DIC21 - MADRID.- Es importante avanzar para que los lectores no se aburran, que cuando se repiten las depresiones o no se terminan de marchar es que algo no funciona bien, y es algo muy importante.

Se puede tener éxito profesional y ganar mucho dinero, pero los cimientos de tu maravillosa construcción se debilitan y se resquebrajan, esto es lo que ocurre con la depresión y con lo que le podía ocurrir a Verónica Forqué. Es una batalla perdida, te faltan las fuerzas, se evapora el sentido de tu vida, todo suena a falso hasta que ella o tú dices “ya no pedo más”, y se retira.

Y el siguiente retiro, el nefasto y definitivo, es tomarte las pastillas, cortarte las venas o tirarte por la ventana, como ha hecho una vecina mía, mujer de gran temperamento, viuda de un militar con una hija única que trabajaba en Ginebra y que ha terminado haciendo una de estas tres cosas. Posiblemente no querría dar más guerra a los demás, ni pedir favores a nadie, contaba unos ochenta años y “hala, por la ventana”.

Bien, como verán no es tarea fácil salir de la depresión, los neurotransmisores no funcionan y la serotonina obra por su ausencia, y un tinte violáceo invade tu conciencia y ese tinte va tiñéndolo todo hasta que veas el paisaje como Peter Ustinov, alias Nerón, vio arder Roma en aquel filme inolvidable, “¿Quo Vadis?”.

Por mi parte estaba en esas, mientras Bin Laden paseaba por Marbella y por el Puerto Banús, quizá ya rumiando su fechoría, cuando yo me cogí bien solito un avión a la isla de Tenerife, y una vez llegado allí me subí al Teide en el teleférico, se me iba un poco la cabeza y olía ligeramente a azufre, pero mi objetivo era aclararme las ideas y saber qué me pasaba, quizá Satanás y el azufre que emanaba del cráter me ayudaran a ello.

No voy a contarles cuales eran las causas, pues no interesan a nadie, solo decir que lentamente en esa densa niebla que me envolvía y gracias a “mi capacidad de reflexión y categoría personal” que aseveraba el doctor Carbonell, surtieron su efecto. Y claro, cambié de vida, y vaya que cambié: Matrimonio canónico, paternidad y todo lo demás; esto es, un contrato que no se puede romper, no como hacen ahora buena parte de la población hispana, debilitada en los errores, en la engañifla política y en la forma de vida; porque la vida tiene un precio que hay que pagar antes o después, y quien no lo paga, quien no lo ha pagado a tiempo pues claro, se puede cortar las venas o tomar el cianuro potásico como hizo Madame Bovary.

(Continuará)

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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