Manolo tiene para mí recuerdos imborrables, de mi padre jugando conmigo al tenis en tierra batida a golpe de rulo, penosamente arrastrado, de piedra caliza. Con Pepe Jiménez, en la pista del Hospital de Niño Jesús y en la del Hotel Felipe II del Escorial.
Es un cúmulo de recuerdos imborrables, como cuando estuve sentado junto a Mila Santana, su mujer, en el lujoso “Radio City Music Hall” de Nueva York, viendo a mi amigo Julio Iglesias padre, junto con mi inolvidable hermana Mercedes y con Enmy Villaverde, de belleza sublime.
Y después salté a eso tan difícil y tremendo que es la fama, a salir en titulares de la prensa nacional, ¿ o no es verdad?. A entrevistarme José maría Iñigo en TVE 1, a la hora de comer, mientras el Jefe del Estado me contemplaba en el Palacio del Pardo y simultáneamente el último agricultor del Plan Badajoz, ¿o no es verdad?. Cuando Cristina Narbona, en el poder, presentaba aquella trilogía sobre algo que cuarenta años después balbucearía cualquier baboso presentador en la última de las televisiones y repetidamente, ¿ o no es verdad?.
Cuando Paquito Fernández Ochoa, Oro Olímpico en Sapporo, me abrazaba en Cafetín Croché de San Lorenzo del Escorial presentando mis obras, o el inefable César Pérez de Tudela charlaba conmigo a su descenso del Kilimanjaro presentando otra de las mismas; o me aplaudían frenéticamente Lula de Lara o Pilar Primo de Rivera en el María Guerrero de Madrid atestado de público.
Y perdonen que repita algo tan manido y presuntuoso pues ahora en mi vejez quizá alguien aún lo recuerde.
Y estoy triste pues ha muerto Manolo, el tenista de élite que sacó a España del sarcófago franquista, cuando personas anónimas llegaban a presidentes de banco o a tenistas famosos…. Y también Anson que entonces me quería, aunque ahora pienso que me ha olvidado, como tantos otros… Pero me da igual, qué conste.
Pues Manolo Santana, el humilde recoge pelotas, campeón del Gran Slam, decía con ironía: “ En mi primer Roland Garros, España no sabía si la pelota era redonda”. Coincidiendo así su salida a la fama con el principio de la televisión.
A mi Santana me recuerda mi juventud jugando en tierra batida, cuando corría detrás de la bola que me enviaban aviesamente cruzada Valentín Zornoza y Germán Ubillos senior.
Estoy tRiste y lloro, porque ha muerto uno de los míos, de mis colegas en la fama nacional….Pero la muerte no existe, amigos, ya lo sabéis lectores de “El mundo de lo Invisible”, y no existe porque aparte de que los que han sido famosos nunca mueren, los demás tampoco del todo, ¿porque si no qué sentido tendría todo esto, lo que llamamos la vida, que se lo digan a Mila, su esposa, o a mis colegas difuntos y desaparecidos?.
Pero no, van todos, vamos todos en ese tren de alta velocidad dirigidos a 300 kilómetros por hora hacia ese sol inefable de luz inextinguible, que es la eternidad.
Si (
No(
