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Opinión:

Decíamos ayer...

Por Concha Pelayo (*)
viernes 03 de diciembre de 2021, 20:43h

03DIC21 – ZAMORA.- Me encuentro con este libro editado en 2001 del que me había olvidado por completo pues no conservaba ningún ejemplar y las existencias se habían agotado. Pero, qué casualidad, veinte años después, me avisan de la imprenta que lo imprimió para que vaya a recoger mis libros porque van a deshacerse de todo el material.

Decíamos ayer...

Mi sorpresa es mayúscula al encontrarme, nada menos, que con un montón de cajas repletas de este "Zamora tiempo de espera" que fue presentado en su día por la periodista Carmen Rigalt quien tuvo la gentileza de desplazarse hasta Zamora para complacerme. Siempre se lo agradeceré. Recuerdo con un poso de amargura que, al día siguiente, la prensa local hacía referencia a la presencia de la periodista en Zamora, pero de mi libro ni una palabra. A partir de ese día dejé de enviar mis colaboraciones al periódico. Y hasta hoy. Precisamente el libro recoge numerosos artículos que yo publicaba con asiduidad en ese mismo periódico, la Opinión el Correo de Zamora, y que hacían referencia a los primeros 25 años de democracia. He estado repasando algunos de ellos y me asombro de lo poco que han cambiado las cosas y de lo que yo "me mojaba" entonces. Al azar he elegido uno de ellos que trata cuando el intelectual Antonio García-Trevijano visitó Zamora para impartir una de sus magníficas y controvertidas conferencias. Me resulta muy interesante lo que pensaba y escribía entonces. Plena vigencia.

El artículo se publicó en La Opinión el Correo de Zamora en la primavera de 1.995

Un caballero andaluz

Llegó Antonio García-Trevijano a Zamora en olor de multitud. Olía a limpio, a primavera madrileña. Su aspecto era el de esos señoritos bien, que caminan con paso seguro con su cartera y su gabán colgado al brazo por el Paseo de la Castellana para introducirse en cualquier palacete.

De piel morena, aceitunada, labios ligeramente oscuros, morenos, camuflados por el bigote. Traía un aire, como digo, entre madrileño bien y señorito del Sacromonte. Así se nos presentó en Zamora el profesor García-Trevijano y comenzó su discurso dirigiéndose al auditorio con claridad y transparencia diciendo: “Como todos sabéis, pero pocos se atreven a decirlo, estamos gobernados por el crimen y la mentira”, lo que provocó instantáneamente el primer aplauso.

Las tesis allí expuestas fueron sucediéndose con nitidez, siempre con rigor, con limpieza, encandilando al masivo auditorio del Cuartel Viriato. Las ideas republicanas, apuesto, debieron germinar en muchos de los asistentes porque iban acompañadas por razonamientos de ley y de peso.

Durante la cena/coloquio que siguió a continuación, pudimos departir amigablemente con él. Las preguntas le llegaban como dardos. Nos desveló muchas incógnitas. Nos transmitió algunos secretillos sabrosones de la Villa y Corte que adquirieron rango de secretos de Estado.

Un día, en el Club siglo 21, sólo él, fue capaz de negarse a levantarse en presencia del Rey Juan Carlos cuando todos los presentes se izaban sobre sus asientos como banderas en el mástil. Y se atrevió a decirle a don Juan Carlos, cuando éste se dirigió a él con la mano extendida y le preguntó: ¿Es que no quieres saludarme? Al amigo, sí, no al Sucesor -le respondió-. Y se quedó tan campante. El rey, por lo visto, supo encajar el desaire. Él sabría por qué. Entre Don Juan de Borbón y Don Juan Carlos, entre el padre y el hijo, la sombra de García-Trevijano aparece como un espíritu limpio, ajeno a las intrigas palaciegas. Él no ha sido invitado a la boda de la Infanta. Naturalmente.

De sus labios supimos quiénes, a su juicio, opinan con rigor y quiénes son auténticos oportunistas o chorizos. Hubo muchas sorpresas.

Desde provincias no se ven las cosas muy claras. A veces resulta todo muy lejano. Por eso es muy conveniente que personajes de esta categoría nos visiten de vez en cuándo para aclararnos un poco las ideas. Sin duda, García-Trevijano tiene una innata facilidad para “revolucionar” las conciencias y arengar a las masas, por eso recorre las Universidades de España para llevar su discurso a esta juventud, ávida de libertades y novedades.

Marchóse diciendo haber quedado fascinado de Zamora y de los zamoranos; y de la Escuela de Sabiduría Popular. Tal vez sea ése, apuntó, el principio para dar solución a tanta ignorancia.

Apuesto a que algunos monárquicos quedaron convencidos de que, mientras la Monarquía no perjudique, pues, que se mantenga.

Profesor, gracias por su visita.

Concha Pelayo

1995

Concha Pelayo (*)

(*) Concha Pelayo - Es escritora/ Gestora Cultural - Miembro de AICA, FEPET y ARHOE - https://voydetapas.blogspot.com.es/

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