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CARTA DESDE ALEMANIA

Una semana poco santa, amén de contradictoria

En Alemania en Semana Santa es una vieja tradición: la llamada 'liebre de Pascua',
En Alemania en Semana Santa es una vieja tradición: la llamada "liebre de Pascua",
miércoles 22 de octubre de 2014, 11:21h
A la Semana Santa del mundo católico, en Alemania se la denomina «Ostern». El origen de este término nunca ha podido ser aclarado con exactitud. Se supone que proviene de una palabra del alemán medieval, que originalmente se derivó de la diosa germana de la primavera Eostrae. Otra versión supone que podría estar relacionada con la diosa griega del crepúsculo matutino «Eos», a la que los romanos llamaban Aurora. Al mes abril antiguamente se le llamaba en alemán el mes de Ostern. También se piensa que la fiesta de la primavera de los germanos y la fiesta de Pascua de los cristianos tenían lugar en la misma fecha. La costumbre del Ostern alemán, contiene también elementos de la fiesta judía del Pesah, con la cual las comunidades judías celebraban en marzo la liberación del pueblo israelita del cautiverio de Egipto, durante la cual sacrificaban un cordero, el cordero pascual del cristianismo. Y precisamente de la palabra pesah se ha derivado en muchos idiomas la palabra Pascua, como se expresa en español, pasqua en italiano, paques en francés, pascha en ruso, etc., no así en alemán y en inglés.

Sea como fuere, en la fiesta en sí el mundo cristiano conmemora la resurrección de Jesucristo, actualmente desde el domingo siguiente al primer plenilunio de después del 20 de marzo, oscilando entre el 22 de marzo y el 25 de abril, y esto desde el año 325 d. C., cuando el emperador romano Constantino I el Grande, la impuso durante su convocatoria al concilio de Nicea. Desde 1752, con la adopción del calendario gregoriano, esta fiesta se consolidó y a partir de 1923 se transformó en una fiesta móvil, a lo cual la Iglesia de Roma no puso objeciones, cuando se le pidió su opinión para reformar la fecha. Como dato curioso habría que agregar que el emperador Constantino, pese a su conversión gradual al cristianismo, toleró el paganismo entre sus súbditos, habiendo sido criticado por sus enemigos como defensor de una religión cruel y falsa. Antes de morir, el 22 de mayo del 337 fue bautizado, pero bajo la fe arriana, la misma que él, por instigación de la Iglesia cristiana en formación, había perseguido como doctrina hereje, a pesar de que el arrianismo se acercaba más a lo predicado por Jesús de Nazaret y al cristianismo de los primeros tiempos. Dicho sea de paso, en España el arrianismo fue implantado ya muy temprano por los visigodos y es un hecho histórico que el rey Leovigildo hizo ejecutar a su hijo Hermenegildo por haber abjurado de su fe arriana.

Todos estos datos son muy significativos, ya que como otros del calendario de fiestas cristianas, es evidente que fueron tomados de festividades paganas de la antigüedad o nacieron como usos y costumbres anexas que con el tiempo se fueron transformando en tradiciones. Autores alemanes opinan que este hecho corresponde a la realidad del desarrollo del cristianismo, ya que las celebraciones que se fueron gestando con el tiempo dentro de esta doctrina se vieron confrontadas con los ritos antiguos, de modo que para ir acostumbrando a las gentes a la nueva fiesta, se adaptaron simplemente los elementos de la celebración antigua a la nueva, por eso se tomó la fecha en que hasta ahora se celebraba la anterior y se le puso un nombre cristiano. Esto se manifiesta también de otras maneras, como en los hábitos de los sacerdotes, en los atuendos del Papa, en la figura de María, la madre de Jesús, que es una copia fiel de la diosa Isis egipcia, a la que se mostraba sobre una media luna y con una túnica blanca y azul, y en muchos detalles más.

En Alemania tampoco los niños se liberan de esta sutil tergiversación de la conmemoración inicial de la Pascua de Resurrección. Desde el siglo XVII se considera a la liebre como a la portadora de los «huevos de Pascua» y como «ayudante» para esconderlos. Como las liebres por lo general en tiempos de Pascua se acercaban a las casas y jardines para buscar alimento para sus crías, los niños poco a poco empezaron a creer que eran ellas las que traían los huevos de Pascua, una costumbre que ya se había impuesto unos mil años d. C., cuando durante el tiempo de cuaresma se coloreaban en rojo los huevos para regalarlos en la mañana de Pascua. En aquel entonces el huevo era un símbolo de nueva vida. Así, desde 1615, en Alemania se designó a tales huevos pintados como «huevos de Pascua», lo que las autoridades religiosas acogieron como una costumbre anexa más a una fiesta que tenía un carácter mucho más específicamente cristiano. Por lo demás, tampoco esta costumbre es tan cristiana, ya que hace unos 5.000 años en China se regalaban huevos pintados como símbolo del despertar de la naturaleza en primavera, una costumbre milenaria anterior a Jesús de Nazaret y con un sentido sin duda más fácil de comprender y hasta justificado.

Dentro del lenguaje impuesto por el llamado cristianismo, cuando se habla de herejía, se refiere a toda doctrina contraria a los dogmas de la religión católica. Si se consideran los pocos antecedentes citados anteriormente, ya se ve que muchos elementos del cristianismo católico, y también del luterano, en realidad tienen una base herética. Si se analiza el desarrollo de la Semana Santa desde sus orígenes hasta hoy en día, se puede comprobar que esta festividad realmente en muchos aspectos ha desembocado en lo que normalmente se atribuye al paganismo, con un derroche de procesiones, lamentaciones, luto, ritos, matanza de animales para que tampoco el paladar se quede corto, huevos pintados y muchas cosas más.

Los estudiantes tienen vacaciones, el calendario se transforma para dar más cabida a que los trabajadores descansen; en Alemania tienen lugar las llamadas Marchas de Pascua, que son manifestaciones �cada vez menos concurridas� a favor de la paz y en contra del armamentismo nuclear en el mundo, en que algunas veces la violencia mostrada por algunos manifestantes contradice totalmente los objetivos antibelicosos de la marcha. En tiempos de crisis, la industria del turismo ofrece precios especiales para que aquellos que añoran el sol lo disfruten en el sur de Europa, en España, por ejemplo, donde precisamente las celebraciones de Semana Santa en algunas ciudades atraen a miles de turistas. Por eso es frecuente que en estos días en las autopistas de este país se produzcan atascos de hasta 70 o más kilómetros de longitud. De este modo, el sentido de conmemorar la pasión y la resurrección del Hijo de Dios para la mayoría de las personas ha pasado a segundo o tercer término.

Si la palabra santo o santa en su significado lingüístico se aplica a algo que produce un efecto muy bueno o maravilloso, o a lo rigurosamente conforme con los preceptos religiosos, hay que preguntarse entonces si esta celebración es realmente tan santa como dice su nombre. O si lo que falla son los preceptos, esto es, los dogmas, ritos y costumbres nacidos de la mente humana, y que están en contraposición a la libertad, que precisamente enseñó aquel cuya muerte y resurrección se celebró hace unas pocas semanas. Jesucristo jamás habló de celebraciones, procesiones, disfraces, preceptos, ritos, jerarquías, atuendos, etc. Para comprender mejor esta discrepancia, tal vez bastaría con preguntarse quién fue realmente el que lo acusó ante el gobernador romano de la Judea de aquel entonces, azuzó al pueblo en contra de él y finalmente logró que se le condenara a morir en la cruz. El que ahora durante una semana se conmemore año tras año el terrible calvario de Jesús, en torno al cual el pueblo cristiano, acompañado por sus pastores, cada vez se acuerda menos del hecho en sí y se distrae y divierte a su manera, es en realidad una escarnio sin nombre de aquel a quien los cristianos llaman el Hijo de Dios.

Para colmo de todo, el símbolo de un cristianismo, anquilosado en tradiciones y costumbres, es una cruz con el cuerpo doliente y ensangrentado del Nazareno, una verdadera prueba, más bien una muestra constante de la derrota eterna del crucificado.

El Domingo de Pascua queda así relegado a un día del año, como una conmemoración más, en que Jesucristo resucita y el pueblo cristiano lo supone entonces a la derecha de su Padre en el Cielo, para quedar en la Tierra durante todos los demás días del año muerto y colgado de una cruz. Visto así, la conmemoración de la llamada Semana Santa, es muy poco lo que tiene de tal, ya que se contradice en su objetivo y en su contenido, ignorando la vida, la enseñanza, el sentido y la proyección del paso por la Tierra de Jesús, el Cristo. La también llamada «Semana Grande», es entonces la burla más grande del que fuera el más grande de los profetas. Es de esperar que muchas personas razonen sobre estos hechos, sobre todo ahora que han pasado algunos días de la celebración de la Semana Santa, y decidan si quieren seguir cada año crucificando a aquel a quien tal vez rezan y claman en sus necesidades y apremios. Ya sólo el poner en práctica en la vida diaria algunas declaraciones de Jesús de Nazaret, podría ser un comienzo: En el Sermón de la Montaña del Nuevo Testamento se lee, por ejemplo: «Lo que quieras que otros te hagan a ti, hazlo primero tú a ellos», «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar Rabí, porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie ‘Padre’ vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo», «No os amontonéis tesoros en la tierra� Amontonaos más bien tesoros en el cielo�», «El que no está conmigo, está contra mí�», y: «Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón». Viviendo estas y muchas otras palabras del que resucitó, ascendió a los Cielos y sigue obrando eternamente en beneficio de sus hijos humanos �también de la naturaleza y de aquellos a los que llamó sus hermanos, los animales�, aunque ya no en traje terrenal, todo el que quiera ser un verdadero cristiano ya no tendría necesidad de atenerse a ritos y tradiciones obsoletos ni menos celebrar conmemoraciones del modo tan tergiversado como se hace, por ejemplo, durante esta semana tan contradictoria y que tan poco tiene de santa.

Jesús, el Cristo, resucitó y no sólo está sentado a la derecha de su Padre, sino que ha cumplido su promesa, cuando prometió que enviaría al Consolador, al Espíritu de la verdad, que llevaría a sus hijos humanos a toda la verdad. Aunque en tiempos de tanto materialismo y crisis resulte difícil de creer, el Consolador ha venido verdaderamente a nosotros a través de la palabra profética, y esto desde hace unos 30 años en Alemania. En la página www.vida-universal.org, toda persona interesada puede enterarse de más detalles y recibir más informaciones sobre un hecho tan trascendental para la humanidad actual. La declaración de Jesús de Nazaret, «por sus frutos les reconoceréis», es una buena base para comparar lo que ofrecen celebraciones como la pasada Semana Santa con la amplitud de la palabra viva del Cristo de Dios a la humanidad de esta época. Aquí también vale la recomendación del Nazareno: «Quien lo pueda creer que lo crea, y quien lo quiera dejar que lo deje».

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