¡Jamás!

La fórmula, según el periodista, no parecía descabellada, pero el problema era el de quién le planteaba el asunto a las eléctricas. La respuesta recordaba a la de José Blanco, entonces ministro, cuando contestaba la propuesta a título personal de Jorge Vestrynge de crear un banco público: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

No es que la ministra nos haya sumido en la confusión. Hace ya tiempo que lo estamos. Quizás, de pasada podamos decir que el tono debería haber sido otro. Si estás ante una injusticia insalvable, el calor no puede salir del fuego, sino la compunción de la impotencia. También de pasada podríamos preguntamos si no debería haber una ley ¿nacional? ¿todavía hay leyes nacionales? que imposibilitara que los exministros pudieran acceder a consejos de administración.

La duda, el galimatías, es el de ¿quién manda aquí? Y el aquí se refiere a los países de la UE por separado y a esta en su conjunto. Porque cuando el parlamento tiene una mayoría progresista, manda el Banco central, y cuando el parlamento tiene una mayoría conservadora mandan las leyes que estos promulgan, Y cuando no se da el caso, ¿quién le pone el cascabel al poder fáctico?

En el colegio, y después, siempre que se hablaba de democracia, indefectiblemente salía a relucir la democracia de la Grecia clásica. Y todos asistíamos embobados, sin caer en la cuenta de que esa democracia no incluía ni a las mujeres ni a los esclavos (¿quizás a estos por hermafroditas?). Con Roma ocurría algo parecido. La plebe –plebiscito—votaba, pero sería muy complicado explicar cómo su voto se escamoteaba por los desagües de la impotencia. Baste decir que el sistema de centurias es una prueba de la genialidad de sus políticos. Que no nos vengan ahora ciertas historiadoras inglesas a decirnos que los romanos no inventaron nada y que todo lo consiguieron por casualidad.

La cuestión es la de que aquí, en el mundo de la realidad, ¿quién manda? De entrada, el parecido del IPC con esa realidad sí que es producto de la casualidad. Cuando el gobierno se supone representa a la mayoría de los asalariados, hay que preguntar previamente a la CEOE para que no se lesionen las reglas y equilibrios del libre mercado ni de cualquier otra mano invisible, que lo será, pero vaya presencia que tiene. Si el gobierno es conservador, cuidado con las movilizaciones, que son un intento espurio de deslegitimar la sacrosanta voz de las mayorías. Incluso, cuando se produjo la huelga de 14 de diciembre de 1988, prensa muy sesuda demostró (lo logra siempre) que era anticonstitucional; esperemos que un día no derivemos estas cosas a la imposibilidad del derecho comunitario, y a la vez a su judicialización nacional, que todo es posible.

De acuerdo: Constitución, libre mercado, CEOE, a veces hasta sindicatos, normas comunitarias, parlamento europeo, Banco Central, bancos centrales nacionales, etc, son razones poderosas, pero, al margen de todo eso ¿quién le paga la subida de la luz a esa pensionista de 700€ que hoy en la televisión decía no podía llegar a fin de mes? Esto ¡jamás! debería ocurrir. Si es que no hay alguna explicación tecnicodemocrática más, claro.