En tal sentido, tendremos que dedicarle un poco de tiempo a visitar a los profesionales en cada una de las materias, para estar tranquilos de que no hay nada de qué preocuparse.
Esta idea, que aplica a cualquier parte del organismo, tiene especial importancia cuando se trata de aquellas que solemos dejar de lado en la medida en la que no percibimos ningún inconveniente, como ocurre con los dientes y las encías y ese tan famoso temor al dentista.
Justamente por ello es que es importante visitar a un periodoncista una vez al año, un especialista que se encargue del diagnóstico y tratamiento de las diversas infecciones y cuadros que puedan presentarse en nuestra boca, tanto en lo que respecta a los dientes como a la mandíbula.
Y hacemos hincapié en el periodoncista más que en el odontólogo, porque este primer experto cuenta con algunos años de estudios adicionales, gracias a los cuales no sólo conoce las enfermedades de los dientes, sino también resulta capaz de colocar implantes.
Dicho de otro modo, esta persona formada en las problemáticas periodontales puede establecer cuáles son las causas de las mismas, y respondiendo así al muchas veces incierto origen de insoportables síntomas, como el sangrado, el mal aliento y hasta los dientes flojos.
De hecho, es aconsejable visitar a un periodoncista anualmente para evitar que esas manifestaciones se produzcan porque, cuando lo hacen, es probable que el deterioro sea importante, y que se vea afectado tanto el funcionamiento como la estética de los dientes y encías.
Un periodoncista tendrá los conocimientos suficientes como para poder relacionar estos indicios con enfermedades preexistentes que expliquen los mismos, y entre las cuales se encuentran algunas graves, como las cardíacas, la diabetes o la osteoporosis, sobre las que se debe actuar de inmediato, para que no generen más descalabros con el paso de los años.
Tras un análisis exhaustivo, como corresponde en estos casos, el periodoncista puede saber cuál es el estado general de esas encías, mandíbula y dientes, repasando las posibilidades en intervenciones de tipo quirúrgico y no quirúrgico según sea conveniente ante el diagnóstico.
Estos profesionales son los indicados, además, para responder en esas circunstancias en las que falte una pieza dental o exista el riesgo de que se pierda, evaluando las características que presenta el paciente en esa zona, para tomar la decisión que considere más oportuna.
Y, por si todo lo anterior fuera poco, el ortodoncista también es el más preparado para darte una serie de consejos que te permitirán tener un mayor cuidado de toda la cavidad bucal, logrando que tus dientes y encías envejezcan mejor y sufran menos en el día a día y previniendo, con sus saberes en la materia, que surjan indisposiciones y malestar que terminen volviéndose crónicos.
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