Es selectivo, es retroactivo, es reincidente, puede llegar a ser mortífero o si no llega a tanto dejar secuelas y, como todos los virus, como el del herpes por ejemplo, desaparecer aparentemente para volver en cualquier inesperado momento. El herpes zoster se instala debajo de la piel del paciente donde dormita hasta que el sujeto queda debilitado por cualquier otra causa y es entonces cuando reaparece en toda su plenitud para darnos la puntilla.
Una vez que hemos nacido a la vida en este mundo somos eternos, porque somos el alma y el alma como nos dice Sócrates, por poner un ejemplo, y Cristo, es inmortal.
Alojados en un tren de alta velocidad con rumbo al infinito pasamos de un vagón de la vida a otro de la existencia sin dejar por ello de vivir, ya que la muerte como extinción no existe. Pasamos de una dimensión a otra, del mundo de lo visible al mundo de lo invisible Somos el alma o no somos nada.
Pero el Coronavirus sospecho amigos se las trae, si pongo en duda que sea una creación humana, dudo aún más que lo sea de la naturaleza; es algo así como el Diablo; desquicia, hunde, anula, arruina.
La maldad de este supuesto virus es de tal calibre, que las autoridades se han visto en la necesidad de informar e instruir a sus ciudadanos para así prevenirles.
La consecuencia es que los ciudadanos de a pie sienten pavor ante el pequeño ser diabólico. Le huyen, se aíslan, se encierran. Consecuencia diferida de ello es la aparición de los llamados APESTADOS, esto es, personas que aunque curadas y dadas de alta por el médico no encuentran acomodo en la sociedad a la que pertenecían.
¿Quién va a acoger e introducir en un colectivo sano y virgen a las personas que habiendo experimentado el deletéreo poder del virus en su propio cuerpo, han sentido también en sus entrañas del alma el diabólico perfume de este Alien, el octavo pasajero?
Nadie. Las personas apresadas por el Covid 19, tras propaganda tan bestial en la televisiones y todos los medios verán, una vez curadas, como las gentes les huyen, como los hijos vienen menos a verles, como los amigos desaparecen, como los organismos, instituciones o empresas en la que trabajaban les dan largas y largas para readmitirles. Si ya no contagian el cuerpo, contagian sin embargo el alma que es peor, con un enemigo paralizador y bloqueante que se llama: el miedo.
Cuando se vacune a la entera población mundial, el Coronavirus lo tendrá más difícil, pues chocará contra un muro, cada vez que intente penetrar en un ciudadano.
El pueblo judío nos lleva una enorme ventaja, ha vacunado ya al 99,88% de su población, recurriendo al ejército para la vacunación y con una vacuna fabricada por ellos mismos, no comprada a ningún otro país.
Si (
No(
