“Sincuenta” Vivencias Médicas, de Marcelo Fernández Romo

La siguiente crónica es lo que con respecto al autor y su tercer libro, ha escrito la periodista chilena Ana Rosa Romo.

Un médico al servicio de la humanidad y las letras

Escribir parece fácil. Así se considera en la actualidad, en que la tecnología y las redes sociales hacen creer a todo el mundo que “sabe escribir”.

Pero no es así. Quienes nos dedicamos a esto y somos periodistas, lo hacemos con el convencimiento de estar ejerciendo el derecho a la comunicación para que la sociedad a su vez haga suyo el derecho a estar verazmente informada. Para eso, hemos desarrollado nuestra capacidad de escribir correctamente con técnica y oficio para que nuestros escritos lleguen claramente al receptor. Sabemos la importancia de una coma o un punto, que mal puestos pueden cambiar el significado de una frase.

Por otro lado, hay quienes se dedican -como profesión- a dar forma a una obra literaria, y también deben escribir con prolijidad, añadiendo su talento para procurar el mejor estilo a una creación.

También existen personas que teniendo otra profesión -completamente alejada de las letras- disfrutan de la vocación y el don para comunicar sus pensamientos y vivencias con un buen manejo del lenguaje. Y están dispuestas a quitar horas a su descanso para plasmar sus escritos en el papel o en la web.

A este último grupo pertenece Marcelo Fernández Romo, médico pediatra desde hace 40 años, y la mitad de ellos, también “escritor aficionado” –como él se define- aunque ya podría considerarse un profesional, porque escribe crónicas de todo tipo en el diario electrónico EuroMundoGlobal, porque ha publicado dos libros referidos a su propia visión del ejercicio de la profesión médica, y porque éste es su tercer libro, también relacionado con el mundo de la medicina.

“Sincuenta” vivencias médicas se lee sin pausa.

Es un anecdotario que no solo refleja comportamientos de pacientes niños y sus padres o abuelos, sino que también la dedicación de un doctor para con ellos. Múltiples vivencias en una consulta por la que han pasado más de 10.000 pequeños. En tono coloquial desarrolla historias divertidas, tristes o preocupantes. Breves o largas casi siempre son bastante reflexivas, que es el sello que define su estilo.

Como corolario, nos entrega conmovedoras crónicas que escribió con el dolor de un padre que ve morir a una hija joven. Es difícil expresar en palabras el sufrimiento propio, el idioma se hace esquivo y ajeno. Sin embargo, es capaz de superar esa barrera y lograr una coherencia que estremece. No es casualidad que centralice su afición de escritor en el quehacer médico.

El doctor Fernández se destaca porque entiende su profesión como un servicio a la humanidad y no un medio para lucrar. Una actividad que necesita seres que crean firmemente en la solidaridad y la fraternidad, y que vean a su prójimo como su igual. Él es uno de ellos.