Este hecho impulsó el auge de la dieta propia de la zona, con un alto consumo de pescado, vino tinto, aceite de oliva, aceitunas, frutas y verduras, todos alimentos bajos en grasas saturadas y ricos en ácidos grasos monoinsaturados y antioxidantes. Como edulcorante se usaba miel y canela. Tres son los alimentos clave en esta dieta:
Aceite de oliva: éste proporciona ácidos grasos monoinsaturados, que contribuyen a reducir el colesterol malo y aumentar el bueno. Se recomienda consumir cuatro cucharaditas de té al día. Debe de ser extra virgen. Es muy rico en polifenoles y antioxidantes.
Pescado: Entrega una gran cantidad de ácidos grasos omega 3, en especial los llamados “pescados azules”: atún, salmón y jurel. Estos ácidos reducen el colesterol malo y los triglicérido; además poseen un afecto antitrombótico y antiinflamatorio. Se recomienda consumirlo 2 a 3 veces por semana.
Vino tinto: contiene más de 200 compuestos antioxidantes (como los polifenoles, derivados de la piel de la uva), éstos tienen un efecto protector en las paredes de los vasos sanguíneos. Lo recomendable es beber 1 copa al día, en el caso de las mujeres y 2 copas en el de los hombres.
Menú tipo: Desayuno: Una mujer sana, de peso normal que realiza actividad física regularmente, debería de comer al desayuno un lácteo descremado con pan de molde integral, acompañado de quesillo o pavo.
Media Mañana: Yogur descremado o una fruta.
Comida: Ensalada con verduras de diferentes colores (para aportar distintas vitaminas y antioxidantes), aliñada con aceite de oliva. Pescado o pollo preparado al horno, vapor o a la parrilla, con una taza de arroz integral. De postre, una fruta.
Media tarde: yogurt descremado con ¾ taza de cereales integrales.
Cena: Ensalada con verduras de diferentes colores, siempre aliñada con aceite de oliva. También puede ser un guiso de verduras. Pescado, pollo o pavo preparados al horno, al vapor o a la parrilla, con 1 taza de fideos integrales. De postre, una fruta natural.