Tangos Prohibidos (Primera parte)

Así comienza “Cambalache”, uno de los tangos más conocidos y a la vez, más prohibidos en distintas etapas de la vida política argentina. Y como ese, han sido muchos los temas censurados en los gobiernos militares que se sucedieron desde 1943 en el país del sur. Pero es este, “Cambalache”, el que más suscitó la ira de los “puristas” que hablaban de deformación del lenguaje, obscenidad y otras lindezas que muchas veces, daban vergüenza ajena.

Es que el Tango en sus historias, tiene una larga tradición de condenas que se dieron inclusive en los salones más aristocráticos de la Europa de fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte. Sin duda, el nacimiento o la gestación de esta música, fue un argumento sólido para los que lo enjuiciaron negativamente. El ambiente prostibulario de sus comienzos hacia 1860, el baile de parejas formada por hombres (la mayoría inmigrantes solteros), la utilización del “lunfardo” esa especie de caló argentino, con palabras etimológicamente enraizadas en las distintas corrientes inmigratorias, cuyo lenguaje se gestó en los barrios populares y en los presidios (el idioma “Canero”) de “Cana”, policía y que servía a los encausados para hablar tranquilamente sin que sus guardianes se enteraran.

Lo que comenzó siendo una necesidad, se convirtió en una forma de hablar que aún persiste y que los argentinos han incorporado a su lenguaje habitual. Los que prohibieron en distintas épocas, fueron más papistas que el Papa, como se suele decir vulgarmente, porque por ejemplo, el propio Juan Domingo Perón se sorprendió al enterarse que uno de sus funcionarios había censurado el tango que a él más le gustaba. Aunque Borges no es el mejor ejemplo para citar como defensor del tango, sino todo lo contrario,  hay que reconocerle que llevaba razón cuando decía que “el pueblo lo rechazaba porque lo consideraba música de lupanar. Cuando se supo que se bailaba en Europa, comenzó a ser aceptado en la Argentina.”. La década que comienza en 1940 fue la más rica en producciones y orquestas de esta música popular, fundamentalmente en Buenos Aires. Fue el gran apogeo de las llamadas Orquestas Típicas, que actuaban en distintos clubes de la capital e interior y que realizaban giras por el extranjero. Los temas más famosos en música y letra, conformaban el repertorio de estas agrupaciones que por cientos, vivían holgadamente de su trabajo. Son años donde la creatividad tuvo su auge y los grandes poetas dejaron escritas sus páginas más brillantes.

En las próximas entregas iremos relatando breves historias y anécdotas que serán el mejor ejemplo para ilustrar el tema de esta nota, que comenzamos y terminamos con las estrofas del tango de Enrique Santos Discépolo: “¡Siglo veinte, cambalache, problemático y febril.../El que no llora no mama y el que no afana es un gil / ¡Dale nomás! ¡Dale que va! ¡Que allá en el horno nos vamo a encontrar! / ¡No pienses más, sentate a un lao, que a nadie importa si naciste honrao! /Es lo mismo el que labura(1), noche y día como un buey, que el que vive de los otros, que el mata, que el que cura, o está fuera de la ley...”

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(1) Labura: trabaja. El origen es italiano, como muchas palabras que se incorporaron al Lunfardo. Viene de lavorare, con interferencia genovesa. También Laburante, laborante, lavorante: trabajador. Laburo, laboro, lavoro: trabajo, acto y efecto de trabajar. (DICCIONARIO LUNFARDO, José Gobello)

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Rodolfo Ghezzi  es Académico en Madrid de la Academia Nacional del Tango de Argentina.