En la época en la que nos consume la tecnología, es un magnífico ejercicio recuperar ese momento familiar que a muchos nos evoca a las tardes de domingo en las que la familia se sentaba alrededor de la mesa para disfrutar de un enfrentamiento con final imprevisible.
Un mundo por descubrir
La gran ventaja es que muchos de ellos no tienen edad, pueden unir y aportar tanto a grandes como a pequeños. No importa si se tienen ocho años o cincuenta, es uno de los entretenimientos más positivos en cualquier etapa de la vida.
Algunos juegos tradicionales ni siquiera necesitan un gran espacio. Por ejemplo, si queremos mejorar la coordinación y la concentración de un niño, nada como los yoyos de toda la vida. Porque la concentración es un músculo más, que crece cuanto más lo ejercitamos. Poder hacerlo de una manera tan divertida es todo un lujo.
Si de lo que se trata es de aumentar la capacidad imaginativa y social, el juego Dixit te sorprenderá positivamente. Las reglas del juego no pueden ser más sencillas, y las cartas sacan a relucir la mejor oratoria de sus participantes. La imaginación se potencia a raudales conforme avanza el transcurso de la partida.
Para vivir una jornada frenética e inolvidable, con la adrenalina como protagonista, tenemos la opción de comprar Jungle Speed, el juego de reflejos por excelencia en el que hay que quedarse sin cartas antes que los demás. Otro ejemplo de mecánica sencilla que sacará las mejores carcajadas de los participantes de forma inevitable.
Todos los retos posibles en torno a los juegos de mesa están en la tienda online Ludokubo, un vicio delicioso para recuperar tradiciones.
Aprendizaje en los niños
El niño que participa en juegos de mesa aprende a conocer y respetar las reglas, mientras aumenta su competitividad y habilidades sociales y comunicativas. Esta actividad obliga al niño a seguir ciertas reglas básicas, tanto en la dinámica del juego como en su relación con los demás, basada en la honradez de seguir las normas.
Los juegos, en equipo o individuales, mejoran la autoestima y desarrollan la paciencia, la capacidad estratégica y de análisis, y mejoran la autoestima. Y reciben la que quizás es la lección más importante: aceptar la derrota sin frustración. En esta vida hay que saber perder.
Aprendiendo del trabajo en equipo
Cuando se trata de jugar en parejas o equipos, hay que enfrentarse a situaciones en las que confiar en el otro es fundamental. Hay que creer en el compañero, celebrar su acierto y acompañarle cuando se equivoca. Grandes lecciones que aquí se aprenden de forma natural.
Cuando volvemos a ser niños
También en la tercera edad los juegos de mesa son un aliado para fortalecer la memoria, la capacidad de reacción y la concentración. El trabajo mental mejora la calidad de vida los mayores y, en consecuencia, la alarga.
En resumen, los juegos de mesa no son solo una forma lúdica de pasar una tarde. Esconden mucho más detrás de una sencilla apariencia. La vitalidad con la que nos enfrentamos a ellos son un magnífico ejercicio para todos los miembros de la familia, a la par que cohesiona los lazos familiares.
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