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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan….”

El lado oscuro

  • Para M. M.

Por Germán Ubillos Orsolich
miércoles 10 de julio de 2019, 01:07h

10JUL19 – MADRID.- Hay varias lectoras que a mi anterior artículo “Estar donde tienes que estar” han reaccionado airadamente y, de forma entrecortada, han declarado su disgusto por pensamientos tan cavernícolas y prehistóricos aun teniendo en cuenta que están muy de acuerdo con algunas de las ideas que vierto en él mismo.

Es mi obligación continuar rápido con el segundo, que es este: “El mundo oscuro”.

Ya no sé bien, posiblemente hace medio siglo, el “ABC” de los Luca de Tena, dirigido por aquel entonces por mi impagable amigo Luis María Anson, publicó mi primer artículo en dicho diario titulado “EROS Y TANATOS”. En él hablaba de una fuerza terriblemente poderosa que pareciendo el Amor lo que es, es la Muerte, con su afilada guadaña. Y que tras mujeres muy hermosas está escondida la muerte, y también oculta tras hombres encantadores, apuestos e inteligentes.

Tal es el caso de una pariente mía muy entrañable que se suicidó como consecuencia de uno de esos amores.

Es lo que mi amiga A.V. muy admirada y con la que escribí el libro titulado “El Cuerpo Humano” de “Círculo Rojo”, llama “El lado oscuro”.

Y se refiere en esencia a los instintos, a la sexualidad, al amor.

La recta razón es el faro infalible que guía los pasos del progreso técnico, científico y humano, pero no exactamente la felicidad.

La dicha tiene otros caminos complementarios que son las hormonas, la serotonina, las catecolaminas, la noradrenalina, los neurotransmisores, la dopamina, la melatonina, los centros del placer, los sueños, los olores, la temperatura, los cambios en la temperatura y todo lo demás. Lo que las hace “sentir” antes que “pensar”.

Lo que nos hace hundirnos más y más en el mundo maravilloso y a la vez oscuro de los sentidos, de los instintos, tan alejado a veces de la fría razón, del faro luminoso que conduce a la verdad. Lo que Buda más temía, los instintos, las pasiones.

Mi vida ha sido muy extensa, muy intensa y muy variada, y he tenido la enorme fortuna de haber vivido hasta los 76 años, de haber viajado mucho, de haber leído también mucho, de haber vivido épocas muy distintas, realidades muy diferentes, estados mentales alucinantes.

Quiero decir con esto que la felicidad, la dicha intensa compartida poco tiene que ver con la lógica y la recta razón, y eso ha sido expresado magistralmente por Thomas Mann en su “Muerte en Venecia”, o por Gustavo Flaubert en “Madame Bovary” o por Torcuato Luca de Tena en “Los renglones torcidos de Dios” y por Vladimir Nabokov en “Lolita”.

Hay películas llenas de morbo como “Gigi” o ”Les parapluies de Cherbourg “ con música de Michel Legrand, que hablaban bastante de esto.

El mundo oscuro o lado oscuro es el que generalmente no citamos, el que escondemos, el verdadero, el que nos ha hecho felices y que a los ojos de la razón y su luz inefable puede aparecer como monstruoso, pero que por otro lado es también tan humano.

Y eso es lo que atrae y repugna a la vez por lógico, como ancestral y vetusto de mi anterior artículo “Estar donde tienes que estar”. El progreso o progresismo no lo tolera.

Y me dan ganas de deciros: “¿y a mi qué me vais a contar?”.

Pero no; los escritores, los artistas o ciertos artistas debemos de mantener la dignidad y vivir y morir con eso, con hombría. Aunque a veces sea tan difícil, tan absurdo y tan jodido representar ese papel para la posteridad, una posteridad que no veremos.

Germán Ubillos Orsolich

Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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