En el presente trabajo, el autor ha tenido el atrevimiento y la originalidad que, como en la gastronomía oriental, presentar una agridulce mezcla en la que se amalgaman ambos conceptos.
Por el conjunto de los relatos desfilan todos los grandes actores de la escena medieval: los poderes nobiliarios, los artesanos y comerciantes, los inevitables taberneros; y, como no podía ser de otra manera, la omnipotente Iglesia, de todos nuestros pecados, institución que por sus acciones y procedimientos equívocos, era obligada su presencia.
En varios relatos nos encontramos con el divorcio entre la ciencia, envestida de la razón, y el oscurantismo y los inconfesables intereses de los poderes de la cohorte eclesiástica.
Todos los hechos de cierta importancia que estuvieron presentes en el medievo aparecen en los distintos relatos: La rudeza entre los conflictos nobiliarios; la demoniología, tan en boga en la época, que es ingeniosamente satirizada; los eventos y las implicaciones de los augurios del año 1000; las terribles consecuencias de la peste, admirablemente y metafóricamente narrada; la alquimia como punto de partida del saber científico, los folclóricos aquelarres en un relato demencial; la astronomía en un alegato más en defensa de las tesis de Galileo. Tampoco está ausente el lirismo de un personaje que pretende buscar mayores espacios vitales e iniciativas para el desarrollo de su personalidad, apoyándose en elementos mágicos y esotéricos.
El plato fuerte se culmina con las andanzas de un estamento social tan controvertido como fueron los goliardos.
El estilo narrativo, intencionadamente, es lineal para imprimir un ritmo cinematográfico al desarrollo de las ideas que se pretende transmitir.
Como conclusión, esta serie de relatos nos llevan a una aproximación, entre acre y festiva, al vitalista panorama de una época tan interesante dentro de la Historia como fue la Edad Media, tratados con ingenio, originalidad y, a veces, con ciertas dosis de sarcasmo.
Si (
No(
