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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

El tiempo – El paso del tiempo – La gestión del tiempo

Por Germán Ubillos Orsolich

sábado 21 de julio de 2018, 22:05h

20JUL18 – MADRID.- Todo intelectual que se considere no debe utilizar tan solo la pluma que le confiere su estatus para hacer crítica del mundo en el que vive, función loable y necesaria, pues solo él se sitúa en una perspectiva ajena al acontecer cotidiano y es obligación suya zaherir el abuso de poder o las desviaciones perniciosas del pueblo y de sus gobernantes.

El tiempo – El paso del tiempo – La gestión del tiempo

Pero a parte de esta función tan importante y que en estos momentos no haya en España ni en la entera Europa personas de la talla de un Gregorio Marañón, o de Unamuno, un Ortega y Gasset o de un Valle Inclán, capaces de definir con precisión la enfermedad que nos aqueja y los medios pertinentes para intentar atajarla.

Hay, también otra función, la más compleja y ardua, la de explicar, profundizar y analizar entes o conceptos abstractos acercándolos al vulgo y utilizando para ello si es preciso nuevas palabras con las que enriquecer nuestro diccionario.

Para ese análisis del objeto elegido pueden ser utilizados cualquiera de los géneros literarios e inclusive la combinación de dos o más de ellos, sea la poesía, la narrativa, el teatro o el ensayo.

El cuerpo humano fue objeto de mi estudio tanto desde el punto psicológico como metafísico, en ese trabajo me ayudó mucho la doctora Aurora Viloria, conocida en el hospital Gregorio Marañón cuando mi pobre hermana enfermaba y languidecía de muerte, gracias a ella no solo escribí el libro que lleva ese título, sino que de alguna manera fue fuente de inspiración y energía para muchos otros trabajos, pues ella como Pepi, mi maestra, poseían ese perfume fascinante y envolvente que poseen solo algunas raras personas y que es una gracia inefable del destino conocerlas y tratarlas.

Empatía, lo llama dicha doctora y ahora gran amiga.

Pero mira por donde ahora que me creía ya en la ruina de una decrepitud inexistente, pues siempre me he sentido mucho más viejo de lo que soy, me ha venido a la mente atacar un poco ese otro elemento que junto al amor y la muerte constituye la tríada destacada y singular de los principios de objeto literario.

Se trata de un elemento invisible y evanescente que sin ser ni constituir el mundo de la materia es tan importante como ésta, si no más.

Mi joven alumna y amiga M.M. dice muy sabiamente que el dinero sirve ni más ni menos para comprar el tiempo. Por lo tanto hay algo más valioso que el dinero, que el oro contante y sonante, y es nada menos que el tiempo… Pues el tiempo de los humanos es harto limitado.

García Verduch otro amigo de inigualable talento a propósito del tiempo me decía días pasados en la bar del hotel Vista Alegre de Benicassim que el tiempo de cada uno de nuestros días que no hayamos utilizado, es tiempo desaparecido, perdido, pues ya no se nos regalará al día siguiente. Este pensamiento tan simple y a la vez tan terrible hizo temblar mi alma quizá de frío en el calenturiento y húmedo ambiente de Benicassim en julio.

(continuará)

(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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