Dentro de esta última el caso de Puigdemont, exiliado en Berlín mientras buena parte de sus acólitos están en la cárcel, como jurista que soy me llena de desazón; la inhibición de Mariano Rajoy en tantas cosas dejando la solución de problemas al poder judicial creo que con frecuencia ha sido excesiva. Ahora el tema de las pensiones, como pensionista desde hace siete años es otra paradoja que me ha tocado vivir, viejo jubilado interino eterno del Cuerpo Técnico de la Administración Civil del Estado, siempre a caballo entre la creatividad literaria y teatral y mis 42 años de funcionario bregando en el Gabinete de los distintos Ministros de Fomento cosa que a qué negar echo de menos, me ha deparado la curiosa paradoja de comprobar que hayan tenido que ser los nacionalistas vascos los que consigan con su chantaje al Partido Popular otorgarme la subida de las mismas en consonancia con el incremento del coste de la vida, pasando repentinamente del 0,25 % de aumento al 1,6%.
Indudablemente me ha dado alegría personal, y sobre todo por tantos españoles con pensiones de hambre, pero claro de nuevo percibo la sensación de la visión errabunda y errática del partido en el poder. Hace muy poco Rajoy declaraba que subir las pensiones era como firmar un cheque en blanco o sea la quiebra. Poco después, presionado por las masas humanas de pensionistas que llenaban sus calles y sus plazas, accede a subir graciosamente las pensiones más bajas y las de viudedad, y al final para poder aprobar los Presupuestos Generales del Estado -curiosamente los más sociales en muchos años- tiene que recurrir a los votos del nacionalismo vasco mientras el Partido Socialista de toda la vida enrocado en un líder que dice constantemente que no, sin reflejos, sin cintura, dividido, pierde la ocasión de oro no solo de apuntarse un tanto sino de procurar el bienestar de todos los españoles. Queda así el Partido Socialista más partido e inútil que nunca, Mariano Rajoy chantajeado por los nacionalistas vascos, y tantos como salimos beneficiados de ese chantaje de carambola, cuando debimos de ser justamente remunerados después de haber trabajado toda la vida como fue establecido en su día por el Pacto de Toledo.
En unos momentos en los que la economía nacional se recuperaba y que todos los partidos unidos como un solo hombre deberían haber tomado decisiones profundas y de fondo que garantizasen las pensiones para siempre, se recurre una vez más a la chapuza más miserable por ganar unos votos con los que asegurar la aprobación de unos presupuestos y acallar a la calle.
Total, el Partido Socialista hace “el Tancredo”, el Partido Popular sale chantajeado, hace lo que no quería hacer, y se acomete algo que no se sabe cómo les va a salir a los españoles en un futuro mediato, a la juventud, a todos.
Desgobierno, chantaje e inhibición cercana a la lenidad.
Las desgracias de este país, de “España como problema” remedando a Ortega y título de uno de mis artículos, nunca terminan.
(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.
Si (
No(
