Esta rara concepción de la política está muy extendida en España, ya que la inmensa mayoría de los políticos no se dedican ni a defender sus ideas y mucho menos sus programas, se dedican fundamentalmente a criticar “ad personan” al adversario político, y a hablar, generalmente insultándole.
No sabría decirles si está forma de hacer política es de la modernidad, de la posmodernidad o de lo que va después.
No me reconforta que casi todos los políticos lo hagan así, pues es muy difícil de adivinar de estos si lo que les importa es Juana o su hermana.
Si el paro se arregla insultando a la Ministra de Empleo o al Ministro de Hacienda o quizás denigrando “al naranjito”.
Tampoco me aclaro si el cambio climático se arregla insultando a los alcaldes que liberan mucho CO2 en sus municipios, son los granjeros los que deberían eliminar adecuadamente las purinas que se producen.
Tampoco sé si los problemas de circulación se arreglan los días que Carmena no le duele la cabeza o cuando se tomó varias aspirinas.
En fin un lio, no sé con quién debo tratar del cumplimiento de mis obligaciones con la hacienda pública, si con los inspectores de hacienda o con los de abastos.
Sra. Colau dice usted que ir a cumplimentar al rey es cosa de súbditos, no señora se vuelve usted a equivocar, es cuestión de autoridades que nos representen a todos y no solo a los suyos que son los que despectivamente nos consideran súbditos a todos los españoles.
En mi tierra se dice “que lo que se aprende con la baba no se olvida con la cana”, no se Sra. Colau lo que le enseñaron a usted de pequeña en el pueblo donde me crie a todos los niños y con maestros muy modestos nos enseñaron educación.
(*) Pedro José Rodríguez Iglesias es escritor