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Opinión “Recuerde el alma dormida…”

¿Cabalgata o carnaval?
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¿Cabalgata o carnaval?

Por María José López de Arenosa

domingo 07 de enero de 2018, 22:08h
¿Cabalgata o carnaval?

07ENE18 – MADRID.- Otro año más llega la polémica de las cabalgatas de Reyes. Esta vez ha acaparado la atención la de Puente de Vallecas, con la carroza de un colectivo LGTB de cuya existencia hemos sabido gracias a la cobertura mediática.

Hace ya muchos años que las cabalgatas de Reyes se convirtieron en un carnaval pagano con personajes de Disney, héroes del cómic, saltimbanquis de circo, y el despliegue publicitario de las grandes compañías aseguradoras o de consumo… La Epifanía del Señor poco o nada tiene que ver con todo esto. Hace dos años nos escandalizamos por la vestimenta de los Reyes Magos. La polémica de este año llega porque en un desfile carnavalesco en el que cabe todo, unas drag queens querían participar. ¿A qué viene tanto aspaviento después de haber despojado a la cabalgata de su esencia convirtiéndola en una fiesta ajena a la Navidad? ¿Acaso el espectáculo que venimos contemplando desde hace muchos años en Madrid tiene algo que ver con el viaje de los Reyes Magos hasta el portal de Belén para adorar al Salvador?

No me parece adecuado que ciertos colectivos quieran ganar visibilidad a costa de una celebración dirigida al público infantil y me parece muy bien reivindicar el espíritu cristiano de la cabalgata. Pero reconozcamos que, a lo largo de toda la geografía nacional, llevamos años permitiendo que vayan Mickey Mouse y Batman, lo que obligaría a sacar de paseo a Minie y a la Batichica en aras de la igualdad. Llevamos décadas admitiendo que una carroza sea de Coca-Cola, otra de unos grandes almacenes o de asociaciones de no se sabe cuántas causas (todas muy dignas en otros festejos). Y ahora nos llevamos las manos a la cabeza porque hay grupos LGTB que quieren desfilar. Normal. ¿Acaso no hemos dejado que valiera todo? Si de verdad nos preocupa el tema, lo suyo sería barrer a todos los monigotes y empresas que se colaron hace años en esta fiesta para convertirla en un circo obsceno del consumismo con el que nadie puede sentirse identificado. Mientras permitamos este despropósito y seamos partícipes llevando a nuestros hijos para ver a los Lunnis como parte del cortejo de los Reyes Magos, no tendremos argumentos coherentes para reivindicar nada.

La cabalgata de Madrid de este año estaba dedicada a la Ciencia y contaba con la representación estelar de Leonardo da Vinci, Madame Curie y Einstein. ¿Qué pintaban allí? ¿Acaso los niños aguantaron el frío y la lluvia para ver a la descubridora del radio en su laboratorio? Los grandes inventos tenían sus carrozas: el reloj, la imprenta, el submarino Ictíneo de Monturiol… El broche final ha sido el discurso de la alcaldesa a los niños madrileños sobre la importancia de la imaginación y no sé cuántas cosas más, totalmente ajenas a lo que, se supone, se celebra el 6 de enero. Nadie ha protestado por esto y quien lo haga será acusado de inculto y de despreciar la Educación científica.

La culpa no la tiene Manuela Carmena. No fue ella quien despojó a la cabalgata de su sentido cristiano, sino sus predecesores. Su responsabilidad se limita a perseverar en la tarea dando otra vuelta de tuerca a lo que otros habían implantado con el consentimiento de los madrileños que ahora se muestran escandalizados con el espectáculo de Vallecas.

El relato del Evangelio de San Mateo y la tradición posterior con su iconografía ofrecen suficiente material para hacer una cabalgata que guste a niños y adultos y que nos recuerde lo que ocurrió hace más de dos mil años: una estrella misteriosa, el ángel del Señor anunciando la Buena Nueva a unos humildes pastores junto al fuego, el rey Herodes en su castillo decidido a asesinar a quien pudiera destronarlo, los rebaños de ovejas, los soldados romanos, los posaderos que negaron alojamiento a la Sagrada Familia y los grandes protagonistas de la noche: Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente llegando tras un largo viaje con sus camellos y sus pajes para adorar al Niño Jesús. Más que suficiente para hacer una cabalgata mucho más económica, que no necesite patrocinadores comerciales y que responda al espíritu de la fiesta. Pero de lo que se trata es, precisamente, de cargarnos el sentimiento cristiano de la Epifanía del Señor.

Gracias a Dios nos quedan las cofradías para mantener intacta la Semana Santa. No quiero imaginarme las payasadas que veríamos en los pasos de Sevilla o en Madrid si los dejásemos en las imaginativas manos de nuestros alcaldes y concejales. El escándalo de alguna procesión blasfema del año pasado puede darnos una idea.

Si queremos mantener la tradición de las cabalgatas, iniciada en la segunda mitad del siglo XIX, tendremos que hacer algo por ella. En esa línea propongo la creación de cofradías. Prometo apuntarme a la del Ángel San Gabriel. O, quizás, a la de los Pastores Adorando. O a la cofradía de la Estrella que nos guía hasta el portal de Belén…

Apartemos a los políticos de nuestras tradiciones cristianas si realmente queremos conservarlas.

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