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Opinión: “Mi Pequeño Manhattan…”

La lucha por la supervivencia

Por Germán Ubillos Orsolich (*)

martes 22 de agosto de 2017, 12:14h
La lucha por la supervivencia

22AGO17 – MADRID.- Todas las especies conocidas tanto animales como vegetales desarrollan una lucha por la supervivencia, pero en los seres humanos esta realidad se hace más apremiante y patente según va creciendo y desarrollándose la persona al paso del tiempo.

De joven, de muy joven resulta sorprendente descubrir el hecho de la muerte, algo incomprensible y casi escandaloso y salvo gentes neuróticas o desquiciadas lo normal es pensar que “eso queda muy lejos” y no preocuparse más, aunque la realidad aproximándose al pensamiento juvenil no tiene sin embargo por qué coincidir con él. Una teja que cae, un atentado, un socavón, la caída repentina de una enorme lámpara de bronce puede poner punto y final a todo un largo y ambicioso proyecto de vida.

A la mitad de ésta, hacia los cuarenta años el hombre y la mujer suelen sufrir una seria crisis, la “crisis de los cuarenta” suelen llamarla, y es como un tobogán o una montaña rusa donde el viajero ve que ha llegado hasta lo alto de la cima y ahora comienza el descenso.

Pero lo más curioso, en la vejez o pre-vejez, la edad que ahora contemplo pueden dase dos sentimientos o al menos así lo veo. El primero es el deseo, el sueño imposible de “volver a vivir la propia vida”, esa vida misma; experimentas, compruebas lo maravilloso que es el hecho de vivir, de haber vivido.

Una segunda obsesión es la de cuidar el propio cuerpo, generalmente achuchado de males pasajeros o hasta más graves pero que no conducen a la muerte.

¿ Por qué la obsesión por la supervivencia?. Sencillamente porque te acabas dando cuenta que el cuerpo humano es nada, no vale nada, y sin embargo es muy importante pues es el receptáculo que posee y permite lo más grande que poseemos : La mente.

Sí, la mente siempre es joven, el alma es inmortal y el cuerpo un pequeño o gran desastre llamado a la corrupción.

La persona se da cuenta que lo más valioso son sus recuerdos, sus sentimientos, sus capacidades inmateriales e invisibles; su capacidad creativa y dentro de ella la de crear belleza, tal como es la música, la pintura o la literatura; componer, pintar, escribir. Todo eso te hace pasar momentos de inmensa dicha y lo que es quizá más importante hace que los demás disfruten horrores con esas creaciones, esos efluvios que salen de tu mente.

Es por eso que los seres humanos conocedores de la precariedad de sus cuerpos y en la conciencia avalada por la experiencia de que es a través del cuerpo que se produce esa armonía, esa belleza, esa pasión; se cuidan tanto.

Volver a vivir. Conservar en estado mínimamente aceptable tu propio cuerpo, son los dos anhelos y esfuerzos más frecuentes entre los mayores, pero como en el mito de Sísifo el ser humano empuja trabajosamente la roca por la empinada senda hacia la alta montaña sabiendo, si no es tonto, intuyendo las más de las veces que una vez arriba la roca fatalmente rodará desde la cima de la montaña hasta el valle, para que nuevamente volvamos a empujarla por el sendero serpenteante y a veces angosto que sube hasta lo más alto de la cima.

(*) Germán Ubillos Orsolich es Premio Nacional de Teatro, dramaturgo, ensayista, novelista y escritor.

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