Los tres jóvenes -Samuel Pelesa, Filo Filo, ambos de 15 años, y Edward Nasau, de 14- dijeron a los rescatistas que sobrevivieron bebiendo el agua de lluvia que obtuvieron y comiendo varios cocos, pescado crudo y una gaviota que se posó en su bote de aluminio de 3,5 metros de eslora. Los adolescentes zarparon el 5 de octubre para ir desde su isla a otra cercana.
Sus familiares preocupados los reportaron como desaparecidos y las fuerzas aéreas de Nueva Zelanda iniciaron una búsqueda por mar.
No se encontraron señales del diminuto bote y el poblado de 500 habitantes del que provienen celebró actos de luto en su recuerdo, sin esperar ver de nuevo a los adolescentes con vida.
Sin embargo, los tres fueron rescatados el miércoles por un barco de pesca. Estaban deshidratados, mal nutridos y fuertemente quemados por el sol.