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Opinión: “Recuerdos de Mi Abuelita…”

¿Hace falta viajar?

(A propósito de un reciente e ilustre fallecimiento…)

viernes 25 de noviembre de 2016, 02:45h
¿Hace falta viajar?

Por Geral Aci (Madrid)

25NOV16.- Yo quería preguntar si hace falta viajar al cielo o al infierno para que hablen bien de mí. Yo vivía en un conventillo, lo que en España sería una corrala. Doce callampas o chabolas que la iglesia llamaba “casas”, ya que eran los dueños de las viviendas, albergaban a familias numerosas, siete hijos, el padre, la madre, la abuela, el abuelo, un cuñado y la novia del cuñado, ¡cuarenta metros cuadrados!

De las doce familias que formábamos el vecindario una, solo una, parecía no ser pobre. El dueño de casa, el hombre o el esposo de la señora, era diferente, ellos tenían un automóvil, un Ford del año 1946 de color azul oscuro, que cada vez que arrancaba llenaba el cielo de humo azul oscuro y olor a gasolina quemada, aparte del ruido, ya que tenía el tubo de escape roto. Disponían de luz eléctrica, el caballero usaba corbata, traje, zapatos negros, peinado con gomina y siempre risueño. Mi abuela nos decía: “no meterse con ese hombre y no pelear con sus hijos, son gente peligrosa”. Este comentario venía porque según los vecinos se ganaba la vida como “punga” o carterista, robaba a la gente pobre en los transportes públicos. Todo el vecindario le saludaba, pero más que nada por temor, en el fondo y no tan al fondo, le odiaban; era un hijo de perra, ladrón, sinvergüenza y putero. Pero un buen día, nunca mejor dicho, este sujeto falleció y por un día y una noche, alguien, no sé si el Demonio o el Dios, nos cambió los vecinos. Diez de las señoras vecinas vistieron de negro, además de la viuda lógicamente. Asistieron en una fría y mal oliente capilla a velar al vecino y entre Rosarios, Ave Marías y Padrenuestros se escucharon comentarios: “Era una buena persona”, “A mí siempre me saludaba”, “Dedicó su vida a la familia”, “Cortejaba a mi esposa pero creo que eran bromas”, “Un vecino que extrañaremos”, “Me parecía educado y simpático” “Si tenía automóvil pues sería porque lo merecía”, “Que Dios lo tenga en cielo”, “Ahora es feliz con nuestro Señor

Bueno y así muchos comentarios, sin aclarar si Dios estaba de acuerdo con los carteristas. Nadie recordó cuando un obrero después de una semana trabajando en forma brutal por una mierda de salario descubría que un carterista le había robado su dinero y ahora no tenía con qué alimentar su familia. Tampoco recordaron que el maldito hijo de perra ladrón, que tenía que haberse muerto antes, en muchas ocasiones maltrató a su mujer.

Mi abuela, mi madre, mis hermanas y yo estábamos en la Capilla; era una cuestión de no echarse enemigos-vecinos encima. Pero llegó un momento en que una señora de buen ver, quizás la que el bandido pretendía, pidió un minuto de silencio y entonces fue cuando más amé a mi madre y quise a mi abuela. Nos tomaron de la mano y dijeron: ¡Vámonos! Y salimos de la inhóspita capilla. Muchas cosas se pueden aceptar en bien de la convivencia o el respeto a los vivos, pero llegar hasta pedir un homenaje a un ladrón, no entraba en la conciencia de mi madre y menos en la de mi abuela.

Ayer escuché en la radio que había muerto una señora que ocupó un cargo importante en una gran ciudad española. Fue cuando recordé a mi abuela.

Antes de fallecer la señora, en su formación política pidieron: “sería bueno que renunciara al partido”, “lo mejor es que deje el acta”, “no debe apoyarse en su aforamiento”, “por ahora esperemos lo que diga el juez, pero es mejor que se retire” y muchas otras opiniones de sus propios “correligionarios” y también de otras formaciones, que no voy a repetir porque ella, la señora acusada, no puede defenderse. Las opiniones de hoy son diferentes: “Dedicó su vida a su ciudad”, “Dedicó su vida al partido”, “Dedicó su vida a servir a los demás”, “Gracias a ella la ciudad creció”. Es decir se muere y ya no es mala. Ahora los hipócritas de su formación le dedican oraciones, rostros inmorales queriendo trasmitir tristeza, declaraciones drogadas en donde la ponen en un altar. Incluso como la mujer que pretendía el carterista de mi barrio, una dama pidió un minuto de silencio o un homenaje. Y esta vez no estaba mi abuela, pero sí un partido, que creo son honrados y no son hipócritas, ellos abandonaron el lugar. Yo estoy de acuerdo. No se puede obligar a nadie a participar en un acto de hechicería si no se siente a gusto. Respeto a la señora que falleció, es triste que una persona muera, la vida es bonita, pero no le hacen falta frases sucias, tiene una familia que la echará en falta, que la querían y posiblemente la seguirán queriendo. Mis respetos para ellos.

Decían algunos de los inmorales; “esperaremos a opinar hasta que el juez decida”. Ahora aún el juez no dice nada y posiblemente no lo dirá, entonces ¿porqué las frases llenas de chinches con las que quieren picar a otras formaciones políticas?

¿Hace falta morir? No. No hace falta. Pero tampoco hace falta acusar un lunes y defender el martes. Creo que muchos de sus actuales “amigos” sueñan con el adiós de cualquier “peso pesado”; yo le quitaría la palabra peso, si con el adiós, pero ojalá durante alguna campaña electoral,... se podría engañar con más facilidad, mediante oraciones y frases hipócritas, para captar algunos votos.

Geral Aci (Madrid)

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