El encuentro constante semana a semana con distintos amigos y vecinos, le pone un condimento especial a mis mañanas de Domingo. Disfruto despojándome de mi atuendo social, de mi albo delantal y de mis instrumentales médicos, para cambiarlos por un short, polera y gorro, pasando a ser un vecino más que recorre las concurridas calles aledañas a mi hogar, en una comuna cualquiera del Gran Santiago.
Me gusta también aquellos encuentros ocasionales con mis pacientes y sus pequeñitos, desde una perspectiva más doméstica, más humana, más igualitaria; y eso lo agradecen y lo agradezco.
Saludos y sonrisas entre zanahorias, lechugas y manzanas; en mi antigua Feria Libre dominical.