¡Querida Laura!

Todavía recuerdo, mi querida Laura, la entereza con que nos contabas tu enfermedad y lo de tu Ángel. Y como todos en la Comunidad de la Cadena Ser, te consolábamos diciendo que al final, la vida te premiaría con el premio gordo de superar lo tuyo, un buen trabajo y un chico excelente, como el tuyo. Y así ha sido. Supongo que todos los días te acordarás lo que te ocurrió y de tu Ángel, bello ángel tú también, pero lo harás con la alegría y la satisfacción interna de haber superado con la elegancia de tu señorío interno, dos de las más duras pruebas que puede tener un ser humano: la de casi perder tu vida y la de tu chico. Pero aquí estás, plantándole cara a la vida con los mismos bríos desafiantes que plantaste cara a tu enfermedad. Ahora te toca ser feliz, que ya lo eres. Pues más aún si cabe.

Cómo ves no he dicho nada detener hijos propios, no lo sé. Sólo sé, mi querida y valiente amiga, que la vida tiene sus propios planes y que nunca nos consulta para llevarlos a cabo. Se feliz y disfruta. Y nada más… o nada menos.

Felicita a tus padres de mi parte, pues tienen una mujer hecha y derecha, como les dijeron a los míos hace ya casi treinta y cinco años. Y recuerda, carpe diem, mi apreciada Laura.

Recibe un millón de besos, desde la calurosa Valencia de tu buena amiga,

AMPARO-MAFALDA.

(Ésta carta es mi regalo de bodas a una buena amiga, a la que conocí en La Comunidad de la Cadena Ser, ya extinta. Pasó por unos muy malos momentos, pero ya los ha superado y con creces. Éste es mi homenaje a un mujer mu luchadora, Laura Rojas. Y mi admiración por ella)