Abundando en la idea, oí contar a un Director General de la Administración Central, que era mis jefe, lo siguiente: Supongan ustedes que se me atasca en una azotea un sumidero, puedo hacer dos cosas: Arremangarme y desatascarle o dejar que suba el nivel de agua y cuando rebose y cale las viviendas de los vecinos, no me quedará más remedio que arremangarme y desatascarlo ante sus protestas
Cuando el Sr. Sánchez dijo al principio de semana, que no dimitiría si no le autorizaba el Comité Federal, (anteayer rectificó) eso provoco un cabreo generalizado de los críticos y creo que esos fue lo que sirvió de catalizador para que decidieran estrategias para echarlo.
Ayer cuando los “oficialistas” sacaron las urnas las urnas y empezaron a votar, supongo que sin comprobar los que tenían que votar hicieron que se mosquearan los críticos y se monto un guirigay que paralizó la votación y se cambio por el voto a mano alzada.
Y es que no hay mejor cosa que se pongan las cosas muy mal, o que se cabree mucho a la otra parte, para que se arregle, porque lo que no cedió antes resulta que después del abuso, de quien hace la faena no le queda más remedio que transigir ante l “putada” que hizo.
Miren ustedes por donde esas “chuladas” han propiciado que por fin se votara con garantías de que no se propiciaba el pucherazo, y se deshizo el embrollo de la madeja y pudieran irse ambas partes a su casa a descansar.
(*) Pedro José Rodríguez Iglesias es escritor