Santa Mamá

Pero hace ya muchos años lo comprendí y acabé recordándolo todo, a raíz de una noticia en un periódico de tirada nacional, decía: El papa proclama santa a la madre Teresa de Calcuta. Con fotos y un supuesto gentío. Todo rodeado de una enorme parafernalia. ¿Alguien sabe o puede calcular, cuánto dinero se gasta en una cuestión así? Banquetes, licores, pasajes de avión, servidumbre, alojamientos, vehículos, ropajes nuevos. Me hizo pensar y mucho, por lo que saqué mis conclusiones.

La primera fue pensar en ocupar el dinero en algo más positivo. Esta señora dedicó su vida a unos seres desprovistos de alimentos, sanidad, educación y sobre todo respeto, especialmente a la mujer. Digno de destacar. También hay que destacar que durante su vida fue visitada por familias reales, que además de dar publicidad con la correspondiente fotografía le llevaban algunos euritos.

Imagino que este dinerito, le hizo algo más fácil su labor. Políticos faltos de votos que llevaban sonrisas pero no alimentos e incluso artistas de esos que van perdiendo popularidad. Lo que me gustaría saber es si de algún banco, de los usureros, es decir de todos, salió algún dinero para esta señora, o de las arcas del Vaticano, que tienen mucho dinero silencioso ante tanta miseria en el mundo, voló algún fajo de billetes.

Tampoco las multinacionales ladronas que roban diamantes, petróleo, madera y alimentan los tiburones que ansiosos siguen la ruta de las pateras. Bueno podría numerar muchos más, pero es mejor destacar que estos ladrones que he nombrado anteriormente son los que originan la miseria en esos lugares del planeta. Si, son ellos sinvergüenzas, los que hacen nacer madres Teresas. Pero el Santo padre, no dice quién crea miseria porque tendría que nombrar su propia empresa. Solo proclama nuevos o nuevas santas para combatir el éxodo permanente de simpatizantes de su causa.

Yo señor director tengo mi propia santa, mi madre; una joven mujer con seis hijos, viuda y sin un céntimo, dedicó su vida a los hijos, tenía razón mi abuela, esa es mi santa y creo que como ella, hay millones y millones en el mundo, mujeres que por razones diferentes dedicaron la vida a los hijos, mujeres que ninguna familia real visitó, que ningún senador, diputado o concejal dedicó una tarde para buscarle un lugar donde vivir, un pan para comer, una cama para dormir, un colegio para educar los hijos.

No señor, eso no ocurrió, los millones de mujeres sacrificadas, murieron sin más reconocimiento que el amor de los hijos. Hoy los políticos apolillados esperan ansiosos que una mujer sea asesinada y al día siguiente en la puerta del ayuntamiento con los zapatos lustrados, traje oscuro, corbata y seriedad dedican un minuto de silencio, pero a la media hora se han olvidado hasta el próximo crimen, conservando eso sí, la fotografía de rigor, por cada muerte.

Cualquier hecho es bueno para publicitar empresas, si cuenta con una buena cobertura publicitaria, eso lo hacen los partidos políticos, las sectas religiosas y gente de “sociedad” no confundir con “suciedad”.

A mí no me interesa que cada día santifiquen o beatifiquen, me da igual, más me gustaría que de las arcas del Vaticano saliera dinero para escuelas, centros médicos, guarderías y recintos deportivos para los millones de niños y niñas, que crecen desposeídos de todo.

Respeto y admiro a la señora que han hecho santa, aunque no sé para qué sirve, recordar un rostro ya ajado rodeado de niños famélicos, jóvenes mujeres preñadas y sin dientes, quizás si el Papa imprimiera cientos de miles de tarjetas con el rostro de la buena señora, las vendiera a un euro por los templos del mundo, en las misas y demás actos religiosos y se preocupara que ningún empleado suyo robara ni un céntimo, entonces se podrían construir colegios y hospitales, justicia para las mujeres y educación para los niños y estoy seguro que la buena señora Teresa, ahora sí estaría contenta donde quiera que se encuentre.

Ella hubiera preferido esta colecta mundial y no una fiesta con banquete incluido el día de su canonización. Mientras, yo seguiré amando a mi madre, mi verdadera santa a la cual ningún organismo chileno, léase, políticos, curas, servicios sociales o lo que existiera en esa época nunca jamás, le dieron una oportunidad de una vida mejor.

(Geral Aci- Madrid)